Con la llegada del frío se impone un cambio en tu rutina de cuidado para la piel, tanto en rostro como en cuerpo. Los cambios bruscos de temperatura, la calefacción, el aire acondicionado y demás factores externos hacen que tu piel sufra; en consecuencia, deberás adaptar productos y rutinas para afrontar el invierno sin que tu piel se entere.

Limpieza

No todo cambia: en invierno, al igual que en las demás estaciones, tu rutina de cuidados diarios debe comenzar, inexorablemente, por la limpieza del rostro. ¿Lo más importante? Tené cuidado con los jabones: es que en esta estación, además de limpiar, atentan contra la hidratación natural de la piel, dejándonosla tensa, reseca y, en ocasiones, más roja. En consecuencia, lo mejor será que los guardes hasta la primavera, suplantándolos por mousses y geles suaves para limpiar, y balms y aceites para quitar el maquillaje. Y si te animás, andá a la cocina, agarrá el aceite de coco y llevátelo al baño: es ideal para eliminar el maquillaje y, al mismo tiempo, hidratar la piel.

Asimismo, no te olvides de exfoliar la piel: la renovación celular es clave en estos meses de frío para mantener una piel limpia, hidratada y luminosa. Dependiendo de qué tan grasa o qué tan seca sea tu piel, deberías hacerlo entre una y tres veces por semana. ¿El mejor momento? Luego de la ducha, ya que el vapor ayuda a que los poros se abran, favoreciendo su absorción.

Hidratación y nutrición

En invierno, es fundamental intensificar la hidratación y la nutrición de tu piel, tanto de día como de noche. Es por eso que, más allá de sustituir algunos productos por otros, deberás cambiar las fórmulas de los productos que habitualmente usás, para que funcionen –al igual que apelás a un sweater o una ruana cuando tenés frío- como “abrigo” de la piel.

Por ejemplo: si estás habituada a aplicarte una crema ligera, cambiála por una más nutritiva y con más emolientes, que contenga vitamina E, glicerina, aloe y ceramidas. ¿Por qué estos componentes? Porque la glicerina y la vitamina E ayudan a retener la humedad en la piel, el aloe ayuda a suavizarla y las ceramidas tienen una función reparadora. ¿Tomaste nota?

Musts: serums y aceites

Los serums son ideales para complementar la hidratación diaria, ya que penetran la piel y nutren las células en la capa más profunda de la piel para logar un efecto de “relleno” en la superficie. Opciones hay muchas, y la elección dependerá de tus necesidades específicas: así, por ejemplo, si querés combatir despigmentaciones y lograr un tono parejo de piel, deberías optar por un serum que contenga Vitamina C, mientras que si lo que buscás es intensificar la hidratación y la nutrición, no dudes en utilizar uno que contenga aminoácidos y Omega 3.

Por su parte, sumar aceites a tu rutina también es una garantía de hidratación. Contrario a lo que muchas creen, no dejan la piel grasa, sino que se absorben completamente, además de ser súper calmantes y nutritivos para la piel.

Además, son perfectos como último paso de tu rutina nocturna, en especial si elegís uno con lavanda. Para sumar un efecto relajante, probá aplicándotelo directamente en la cama, justo antes de irte a dormir: aplicá 2 o 3 gotas en las palmas de tus manos, frotálas entre si y presionálas contra tu rostro –masajeándote, no arrastrándolo- y vas a lograr una mayor penetración y relajación a la misma vez.

No olvides que en esta estación también es necesario aplicar protección solar: llueva o truene, tu piel tiene que estar protegida todos los días. Y si querés intensificar el efecto de serums y aceites, podés tomar suplementos que contengan Omega 3 o consumir alimentos ricos en éste, como el salmón, el atún, las nueces y las semillas. Asimismo, consumí jugos y smoothies verdes, ya que son una gran fuente de hidratación y boosters para la piel. ¿Qué ingredientes no pueden faltar? Pepinos, espinaca, kale, limón, remolacha y jengibre.

 

 

Máscaras

Más allá de la relajación que su aplicación conlleva, incorporar máscaras a tu rutina de cuidado será otro factor clave en el cuidado de tu piel.

Las máscaras tienen distintos objetivos: limpiar, descongestionar, desintoxicar e hidratar. Y si bien esta última es una de las principales preocupaciones en general, tenés que complementarlas periódicamente con limpiezas profundas para que tu piel pueda lucirse en su plenitud.

Aprovechá el sábado o domingo y convertí tu casa en tu propio spa. Si te gustan los baños de inmersión, empezá por ahí, para luego exfoliar tu rostro, aplicar un tónico y finalmente entregarte al placer de una buena máscara hidratante. ¿Cómo aplicarla? Tomá nota: comenzá aplicándotela con generosidad en todo el rostro –con especial cuidado en el área de los ojos- y dejála actuar según indique, generalmente entre 10 y 30 minutos. Prendé una rica vela, escuchá música y simplemente dejá que tu mente y tu cuerpo se relajen mientras actúa; y para retirarla, mojá una toalla en agua caliente y apoyála en tu rostro, para permitir que el calor bloquee aún más la hidratación. Finalizá aplicando tu hidratante de siempre, ¡y listo!

Si no tenés tiempo o no disfrutás de una sesión de spa casero, contás con una solución tan novedosa como práctica para beneficiarte de las ventajas de las máscaras: las denominadas sleeping masks. Como su nombre lo indica, deberás aplicártela antes de irte a dormir, dejando que trabaje toda la noche: a la mañana siguiente vas a amanecer con la piel súper hidratada, luminosa y firme. ¿Que no estás decidida por una u otra? Entonces alternálas: vas a gozar de lo mejor de los dos mundos.

El cuerpo también existe

El frío y la pereza hacen que muchas veces dejes de lado la hidratación de la piel de tu cuerpo; pero si querés estar radiante ello es, sencillamente, inadmisible. Toda nuestra piel se seca en los meses fríos -más aún la del cuerpo ya que tendemos a bañarnos con agua mucho más caliente, lo que reseca aún más la piel-, por lo que si no la cuidás, las consecuencias no tardarán en notarse. ¿Un ejemplo típico? Las piernas descamadas.

Así que nada de improvisar: todos los días después del baño aplicá crema hidratante en todo tu cuerpo, dándole cuidados extras a codos, rodillas y piernas -que suelen secarse más-. Es fundamental que cambies tu crema habitual por una manteca -más pesada e hidratante-, un aceite corporal o una crema más nutritiva, en fin, lo que más te guste; pero eso sí, mantené la constancia y, al igual que con el rostro, exfoliá tu piel al menos 2 veces por semana. Así, ¡cuando llegue la primavera vas a estar radiante!

 

25 de Julio, 2016.