Rutinas saludables con toques gratificantes en búsqueda de bienestar físico y emocional.

Tenía que ocurrir: en un mundo en el que cada vez más se apunta a la naturalidad, a la transparencia, a la flexibilidad y al movimiento, el cuerpo pasa a ser protagonista de la mirada. Ya no se apunta a “cubrir las imperfecciones”: no se trata de “cubrir” sino de manifestar lo que cada uno es, y el concepto de “imperfección” es cada vez más cuestionado. ¿Qué es lo perfecto? Ser como somos: mostrar las emociones, compartir los puntos de vista y también expresar comodidad en lo corporal.

Y cuando hablamos del cuerpo se trata de un concepto abarcativo: se reconoce cada vez más como nuestra “casa”, la expresión material de quienes somos. Por eso un cuerpo cuidado es el aspiracional de este momento: no se apunta solamente al trabajo en el gimnasio sino a un concepto más integral de bienestar, de salud, de tranquilidad, de flexibilidad. La idea del wellness se ha instalado en la sociedad. La alimentación es cada vez más consciente, no sólo para rechazar aquello que no nos “hace bien” (¿“los bizcochos pasaron de moda”?) sino también para elegir en qué momento se disfruta sin culpa de una concesión hedonista (“hoy es el día para mi postre preferido”). El eje, en esta filosofía, no es la privación ni la austeridad a cualquier precio, sino que es la decisión consciente de cómo queremos ser y cómo deseamos vivir.

¿Qué consecuencias tiene a nivel del día a día? En primer lugar invertimos más tiempo, esfuerzo y dinero en todo aquello que implica tratamientos de belleza. La piel no quiere ser tapada bajo el maquillaje sino realzada en su expresión natural, la flexibilidad y agilidad son resultado de una rutina saludable. Y para eso es necesario llevar a cabo rituales diversos, que hoy son prioridad en la mujer a la vez que crecen de manera importante en el hombre.

Pero además, buscamos que los espacios en los que se realizan estas actividades sean cada vez más estéticos, cuidadosos, especializados. El entorno pasó a ser una variable clave: el cuidado del cuerpo se integra con el tiempo libre, con el esparcimiento, incluso con el entretenimiento. La alimentación, por su parte, se hace más creativa y lúdica, incorporando elementos nuevos.

¿Y la ropa? Es interesante la evolución que ha seguido. El vestuario incorpora un guardarropa especial para el fitness, para el yoga, para las actividades outdoors. Se sofistica y se amplía. Parte de la diversión de emprender una actividad de cuidado personal es, precisamente, el equipamiento: desde la indumentaria o el set de cremas, hasta la búsqueda de nuevos mercados naturales y gourmets.

Y atención, si bien podemos pensar que esta tendencia más visible en los grupos de mayor poder adquisitivo, la realidad es que atraviesa toda la sociedad. El aspiracional de un cuerpo saludable y de una piel cuidada constituye un objetivo para un público cada vez más amplio. Definitivamente, estamos en un momento en que las prioridades están en proceso de cambio: cada vez más “producidos” pero más allá de la indumentaria, en la búsqueda de un concepto de salud y belleza con menos artificios.

Por Verónica Massonier

Fotos: Copenhague – Los Angeles – New York