Hace poco en una charla de vestuario, me desayune que para algunas mujeres, la ropa interior es un tema básicamente irrelevante y que no merece ni dos minutos de pienso. Es que hoy en día basta con ponerlo en la lista del súper junto a los 3 litros de leche, el kilo de manzanas y el pollo, que te podes llevar el pack de 2 bombachas de lycra o algodón y tema resuelto.

Definitivamente no formo parte de ese grupo.

Claro que compro en la góndola, doy vuelta la feria y hasta me jacto de haber conseguido maravillas en los canastos revueltos con el cartel de 2 x 100 pe.

Pero la relevancia que le doy a mis braguitas, viene de algo que hacía y decía mi Madre; y si te das dos minutos, seguramente la tuya también.

Rotunda

Ella inspeccionaba mis vituallas y organizaba en 4 categorías las petit bato. “Las sanas” en un cajón, las que” no daban para más”, que se separaban a su vez en dos sub categorías: para tirar o sacarle lustre con “Silvo” a la platería, las que “todavía tenían chance” con una “cocidita” y “las deshilachadas” para entre casa, y concluía la tarea con la célebre máxima: “siempre hay que andar con bombachas prolijas por si nos pasa algo.”

“¿Algo tipo qué?” Preguntaba yo. Mi Abuela Elisa decía que era por si tenía que ir al doctor o estar lista en caso de una emergencia y una tía mía, bastante más tremendista, por si se llegaba a reventar el elástico de la pobre bombacha y solo llevaba puesto el vestido de punto “smok” sin el obligatorio bombachudo. “Imagínate, Mariola, eso sería una tragedia”. (De hecho lo repetía tanto que la tía me seco y esto llego a pasarme literalmente, pero lo dejo para otra columna).

La cuestión es que crecí con el ejemplo de que había que esmerarse tanto en nuestra forma de presentarnos al mundo, como por la atención que le destinamos a los detalles que no se ven, o que se ven cuando nosotras así lo queremos.

Mi tribu de mujeres “groupies” por la lencería, elegimos las prendas íntimas con tanto celo  como lo hacemos cuando decidimos por el pullover o las botas de moda. Nos gusta experimentar texturas, probar diferentes estilos y disfrutar de la oferta que hoy existe en el rubro desde el diseño de autor local, cómodo, único y exquisito, las clásicas de catálogo, y las de la feria.

Jibona

La ropa interior es intima. Es nuestro mundo interno que compartimos únicamente con las personas que amamos. A la hora del amor, con nuestras parejas, pero antes y fundamentalmente, con nosotras mismas.

Hoy reviso los roperos de mi hija más chica. Separo en categorías las vituallas y cuando me pregunta porque lo hago elijo responderle: porque mamá te cuida y te quiere por fuera y por dentro y hasta en lo que no se ve.

Dato: Una masajista alguna vez me confeso que comentan entre ellas la ropa interior de sus clientas.

Hubo una vez hace muchos años, convertidos en siglos que el peso del tiempo mismo, los ha enterrado en la historia, donde la lencería y la ropa interior definían status, castas e inmortalizaba héroes mitológicos.

Majo Rey

Rotunda

Majo Rey

María Gomensoro

Milo

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