Trata temas filosóficos con profundidad en un momento que es necesario.

Licenciada en filosofía y Psicología, docente en Educación Secundaria y  profesora de Antropología Filosófica y Filosofía Social y Política en la Universidad Católica del Uruguay, fundadora del café filosófico, hoy dirige su programa de radio en Del Sol “Quien te dice”. Además como escritora, publicó “Yo Mujer”, libro de poesía y prosa poética y fue convocada por la editorial Pinguin para la publicación de su nuevo libro “Así está bien”.

Con esta maravillosa, talentosa  y apasionada mujer, hablamos en profundidad.

Sos la única escritora mujer que la editorial Penguin Random House eligió en sus 6 libros recomendados como regalo para el día del padre, ¿qué sentiste?

La verdad es que me sorprendió gratamente, porque las obras de no ficción escritas por mujeres son generalmente catalogadas como libros de autoayuda, feminismo o temas de género, dirigidos principalmente a un público femenino. Esto es el síntoma de un prejuicio añejísimo que identifica el ser intelectual con ser hombre. Aunque dicha mentalidad está cambiando de a poco, el prejuicio aún prevalece y, así, generalmente se presume que las mujeres que ejercemos una profesión o trabajo intelectual nos dedicamos a pensar asuntos y problemas de interés exclusivamente femenino. Como si las mujeres no tuviésemos la capacidad o la disposición a reflexionar acerca de temas que nos interesan e involucran a todos como seres humanos, más allá de nuestro sexo o género.

Y si bien confieso que el tema de la mujer me interesa y mucho, en “Así está bien” abordo preguntas y temas universales, que nos implican e interpelan a todos. De todas maneras, pienso que la tendencia a distinguir tan tajantemente entre temas de interés femenino y masculino es propio de una mentalidad típicamente dualista sobre la cual se alimenta y perpetúa la falta de diálogo y la consecuente incomprensión entre mujeres y hombres. Porque si, parafraseando al célebre libro, “Los hombres son de Marte, las mujeres son de Venus” tuviese algo de cierto, esto no necesariamente implica que no debamos explorar la naturaleza de los habitantes del otro planeta con el objetivo conocernos y entendernos mejor. Personalmente creo que sí existen diferencias entre la naturaleza femenina y masculina, pero dichas diferencias no son el fundamento de la desigualdad histórica entre mujeres y hombres. La desigualdad sexual y de género es un tema muy complejo, pero pienso uno de sus fundamentos principales es la tendencia a concebir lo femenino y lo masculino en términos tan polarizados y excluyentes. Al fin y al cabo, hombres y mujeres coexistimos juntos en el mismo universo y, más allá de nuestras diferencias, todos compartimos la misma naturaleza humana.  Por eso siempre digo que “El segundo sexo” de Simone de Beauvoir es un libro fascinante no sólo para las mujeres sino también para los hombres.

Cómo fue la elección del título; “Así está bien”, ¿tiene que ver con “las leyes del universo” o con la aceptación?

“Así está bien” fueron, según cuenta la leyenda, las últimas palabras que pronunció Kant antes de morir, y por eso decidí concluir el último capítulo del libro, en el cual reflexiono acerca de la felicidad, con esa misma frase. Porque siempre pensé que este gesto de conformidad ante la muerte por parte de Kant se vincula con la famosa definición de la filosofía que ofrece Platón en uno de sus diálogos, “El Fedón”, donde escribió que “la filosofía es una preparación para la muerte”. Como buen filósofo, Kant se encontraba preparado para recibir a la muerte y por eso no se resistió. Pudo comprender que la hora de morir le había llegado, y que así era como debía ser. La razón por la cual la filosofía nos prepara para la muerte es porque a través del ejercicio del filosofar buscamos comprender la razón de ser de todo lo que nos asombra o capta nuestra atención, y no puedo pensar en algo que nos asombre y genere más inquietud que la muerte. Por otra parte, en ese camino de búsqueda a través del cual nos conduce la filosofía vamos descubriendo lo que tiene sentido para nosotros, ofreciéndonos la oportunidad de elegir lo más auténtico y significativo en la construcción de nuestro propio ser y hacer en esta vida. Seguro que Kant había vivido una vida con sentido, elegida, y por eso es muy probable que no tuviera demasiados “asuntos pendientes” (la famosa “bucket list” en inglés) que le impidieran aceptar la muerte como la otra cara ineludible de la vida. Por eso, sí, el título tiene que ver con la comprensión de las leyes o razón de ser de la vida, y también con su aceptación. Pero no en el sentido de resignación, sino como lo que damos por bueno porque, por más que nos pese o duela, comprendemos que así es como debe ser.

Por otra parte, y con respecto a la elección del título: esta se dio al final, después de haber terminado de escribirlo. Ese mismo día, después de mandarle el último capítulo a mi editor, mientras le contaba a mi hijo la leyenda sobre la muerte de Kant, él me dijo, “mamá, ¡Así está bien tiene que ser el título de tu libro!”. Y la verdad es que fue perfecto.

¿Cuánto tiempo te llevó escribirlo?

En un principio, después de que Joaquín Otero (mi editor) me propusiera escribirlo, pensé que iba a poder hacerlo en mi tiempo libre. Pero no tardé mucho en darme cuenta de que era imposible, porque para escribirlo necesitaba darme tiempo para concebir, sostener y procesar las ideas que iban apareciendo. Aunque Joaquín me aseguraba que el libro ya estaba en mi cabeza – ¡y ahora me doy cuenta de que tenía razón! – yo sentía que para que para poder “darlo a luz” yo debía, como en un parto, poner todo mi cuerpo y alma en el proyecto.  Después de casi un año entero intentando escribir los fines de semana y sin mucho éxito, tomé la decisión de tomarme un mes de licencia para escribirlo. Así, en diciembre del año pasado me fui a vivir sola a una casa en El Chorro en Maldonado en lo que llamé un “retiro de soledad y escritura”. Y en esa soledad sin obligaciones ni horarios fue como pude finalmente pensar y concebir el libro. La verdad es que fue mágico, no sólo por lo disfrutable, sino más que nada porque bastó con ponerme en sintonía conmigo misma para que las ideas comenzaran a fluir y conectarse en mi mente. Libre de preocupaciones como, “tengo que ir a dormir porque mañana tengo que levantarme temprano para ir a trabajar”, o “¿qué vamos a comer esta noche?”, pude darme el espacio y tiempo necesarios para que el libro pudiera gestarse y revelarse ante mí, como esos rollos de tela a los que hago referencia en la introducción del libro, que se desplegaban frente a mis ojos cuando era niña.

Los dos libros que escribiste, ¿en qué etapa de tu vida se dieron?

Los dos libros fueron escritos al comienzo de una década: el primero, “Yo Mujer” cuando acababa de cumplir los 40 y “Así está bien” justo en el año que cumplí 50 años. Como yo no creo en las casualidades, se me ocurre que ambos libros surgieron de un proceso interno de transformación asociado al cambio de década. Porque el paso de una década a otra implica el final de algo que ya fue, y el comienzo de otra cosa que está por venir. Los 40 fueron años marcados por un profundo proceso interno de autoconocimiento, a través del cual pude ganar más confianza y seguridad respecto a quién quiero ser y qué quiero hacer. Y pienso que ese proceso se encuentra reflejado en los poemas y la prosa poética de mi primer libro, en el cual plasmé mi pensar y sentir de forma muy espontánea e intuitiva. Por otro lado, aunque recién estoy comenzando a transitar los 50, comulgo con la idea de que en esta década comienza la cosecha de todo lo sembrado y vivido hasta ahora. Y también creo que “Así está bien” es un preámbulo de esta nueva etapa ya que en él aparece la Male más analítica, que examina las preguntas y los problemas de la vida de forma más ponderada y reflexiva. Mientras “Yo Mujer” brotó principalmente desde lo inconsciente, “Así está bien” surgió de una reflexión más concienzuda de todas aquellas intuiciones que me revelaban un saber profundo acerca de mi misma y del mundo.

¿Crees que el hombre perdió el centro a favor del  tecnocentrismo? (crees que favorece o no al hombre?)

Siempre digo que los seres humanos somos expertos en hacernos “trampas al solitario”. Esto no es porque sí nomás, sino que es a causa de nuestra dificultad para reconocer la responsabilidad que nos toca respecto a hechos y asuntos que nos generan incomodidad o malestar.  Como afirmó Erich Fromm, nuestro miedo a la libertad se fundamenta en nuestra resistencia a asumir la responsabilidad que el ejercicio de la libertad implica.

Y con respecto a los problemas que trae consigo el creciente tecnocentrismo nos sucede un poco eso. Porque si bien es cierto que el avance tecnológico nos beneficia en muchos sentidos, también es verdad que nuestras vidas se han visto transformadas negativamente en otros aspectos. Y aunque podemos reconocer con bastante claridad la pérdida de control a la cual el tecnocentrismo nos arrastra, nos cuesta mucho asumir que tanto la ganancia como la pérdida de libertad o autonomía es algo que, en última instancia, depende de nosotros. Es cierto que los seres humanos tendemos a vernos arrastrado por las costumbres y mandatos impuestos desde la cultura, pero también es cierto que nosotros siempre tenemos la última palabra. En eso consiste la libertad humana; como afirmó Sartre, “la libertad es lo que hacemos con lo que nos pasa”. Por ejemplo, es verdad que, hoy por hoy, dependemos de tener un celular para muchísimas cosas. Sin embargo, siempre tenemos la libertad de decidir cómo y cuándo lo usamos, y ahí radica la responsabilidad que nos toca. Aunque la dinámica social y cultural nos imponga una convivencia cada vez mayor con la tecnología, nosotros debemos hacernos cargo de cómo y cuánto lo usamos. En ello nos jugamos el poder hacer uso de la tecnología como una herramienta valiosa para nuestra vida, o el convertirnos en esclavos dependientes de ella.

¿Crees que la filosofía vuelve a ocupar un lugar relevante a partir de la pandemia, con la situación de incertidumbre que vivimos?

Previo a la pandemia la filosofía ya estaba ocupando un lugar más relevante, y esto se debió a fenómenos como el auge de la filosofía práctica (con la aparición de la consultoría filosófica como alternativa a la psicoterapia tradicional, y la popularización de los Cafés Filosóficos, entre otros ejemplos), así como también al éxito de series como “Merlí”, en la cual un profesor de Filosofía les enseña a sus alumnos a conectar lo aprendido en sus clases con su propia vida.

Sin embargo, es verdad que la pandemia nos arrastró a una situación de incertidumbre particular, en la cual la filosofía vino a ocupar un lugar especialmente relevante. Y esto porque la filosofía surge y se desarrolla a partir de la pregunta, de la comprobación de que no sabemos, de la cual nace el impulso a filosofar. Lo que caracteriza a la filosofía es el deseo de ir en busca de una respuesta o solución a las preguntas que nos inquietan. Y si bien es cierto que el no saber, y la falta de control que esto implica, nos genera incomodidad y malestar, la filosofía nos enseña a nadar en el mar de incertidumbre salvándonos de ser ahogados en la confusión y la duda. En definitiva, la filosofía nos da las herramientas para poder desenvolvernos en la incertidumbre a la cual estamos condenados, enseñándonos que, en ese mar incierto, y solo ahí, encontraremos la oportunidad para el ejercicio de la libertad.

¿Los uruguayos somos de filosofar? ¿Qué feedback recibís de tus oyentes?

No sabría decirte si los uruguayos somos especialmente de filosofar… Creo que todos filosofamos un poco, ya que, tarde o temprano, siempre surge en nosotros la inquietud, la duda, el asombro, la pregunta. El problema es que muchas veces “barremos la pregunta debajo de la alfombra” porque es más fácil aferrarse a las creencias, valores y verdades de turno que cuestionarse y pensar. Esta “humana, demasiado humana” tendencia es el principal obstáculo para el ejercicio de la auténtica libertad, que no es otra cosa que la libertad para pensar. Y es humana porque de todos, no solamente de los uruguayos… Hete aquí nuestra connatural ambigüedad, el sentirnos motivados o impulsados por sentimientos contradictorios como lo son el deseo de libertad y de seguridad. Porque necesitamos sentirnos seguros, caminar sobre suelo firme, sostenidos en certezas, pero también necesitamos sentirnos libres para poder buscar el sentido de nuestra vida y, así, elegir quién queremos ser y qué queremos hacer con ella. Y la filosofía nos da la oportunidad de conquistar esta libertad. Esto es lo que descubre la gente que se acerca a la filosofía y se deja enamorar por ella.

De tu actividad como filósofa, ¿cuáles son las actividades que más disfrutás? (hablar en la prensa, los cafés, las charlas con amigos, escribir…??)

Disfruto de todas y cada una de ellas, aunque si tuviera que elegir una, seguro sería la docencia. Siempre digo que toda persona que sienta pasión por lo que hace debería enseñárselo a otras personas. Nada más lindo que compartir con otros lo que más nos apasiona, además de que un profesor movido por la pasión derrama el amor por lo que enseña sobre sus discípulos o alumnos.

También disfruto de la soledad en la cual mi alma se encuentra en un “silencioso consigo misma” como decía Platón. Esto lo vivo cuando escribo, pero también me aseguro de hacer este ejercicio todos los días al menos durante media hora. Esto, porque para todas las actividades que ejerzo, tanto como filósofa como psicóloga, es muy importante darme un tiempo para pensar en silencio y sin distracciones. Sin embargo, es cuando estoy junto a otros -ya sea en una clase, en un café, en la radio o en el consultorio- cuando siento que la llama de mi vocación se enciende y disfruto inmensamente del ejercicio de mi profesión.

Como filósofa y psicóloga, cuales son los puntos de unión que ves en ambas disciplinas? (Qué te aporta una o la otra?)

La filosofía entró a mi vida antes que la psicología, aunque hoy por hoy ambas disciplinas conviven y se complementan en mi ejercicio profesional. Siempre digo que la psicología es un retoño de la filosofía, porque ya en la obra de Platón, por ejemplo, encontramos intuiciones e ideas que hoy se reconocen y aplican en la psicología como ciencia. Y lo mismo se puede decir de otros grandes filósofos como Spinoza, Kierkegaard, Nietzsche y Schopenhauer.

La verdad es que no puedo imaginarme ejerciendo como psicóloga clínica sin el aporte de la filosofía. De hecho, mientras estudiaba en la Facultad de Psicología de la UDELAR me di cuenta de que lo que estaba aprendiendo ahí se conectaba íntimamente con gran parte del conocimiento que la filosofía me había aportado. Por eso luego de recibida tomé la decisión de formarme en consultoría filosófica para poder combinar mis dos profesiones en el trabajo clínico con pacientes que es lo que más me gusta.

Sócrates y la incertidumbre, ¿cómo aplica a la situación actual de crisis?

Pienso que el “sólo sé que no sé nada” socrático goza, hoy por hoy en medio de esta crisis pandémica, de una actualidad notable. En este sentido, deberíamos tomar a Sócrates como ejemplo para poder encontrar en la incertidumbre a la que fuimos arrojados por esta pandemia, una oportunidad para poder pensar más libre y auténticamente.  

En el libro reflexionás sobre  la libertad y la felicidad. ¿Cómo ves a las mujeres uruguayas en este sentido?

En el libro argumento que la felicidad auténtica la experimentamos como un estado de gracia que recae sobre nosotros en esos instantes en los que nos damos cuenta de que estamos donde debemos estar, haciendo lo que debemos hacer. Pero, vale aclarar que este “deber” no es uno que se nos impone desde fuera o para con los demás, sino uno que contraemos para con nosotros mismos. Esto lo enseñaba y practicaba Sócrates en el siglo V A.C.: tenemos el deber de conocernos a nosotros mismos para saber quién somos y cuál es nuestro propósito en esta vida. Aunque dicho sentido o propósito cambie o se transforme (y, de hecho, esto sucede todo el tiempo) siempre debemos tomar decisiones, y nuestro deber es hacerlo conforme a lo que nos dicta nuestra conciencia. Más allá del acierto o el error (que están, los dos por igual, a la orden del día) lo importante es elegir el camino que consideramos más adecuado en el momento de tomar una decisión. Y así, mientras estamos pensando, buscando y eligiendo, nos hacemos cada vez más libres, y también más felices. Porque si bien la felicidad es lo que todos deseamos (y por eso Aristóteles la llamó el Bien Supremo), ella se nos da de verdad sólo cuando andamos en busca de otra cosa que no es ella, sino la libertad para poder conocernos a nosotros mismos y elegir conforme a lo que somos y pensamos. Pero la conquista de la libertad no es necesariamente fácil. Como escribió Haruki Murakami, la vida está llena de tormentas que debemos transitar para transformarnos, superarnos y crecer. La experiencia de la felicidad siempre nos exige una cierta cuota de sufrimiento, incomodidad y malestar. Y esto es cierto tanto para los hombres como para las mujeres, en Uruguay o en cualquier otro lugar del mundo.

¿Dónde se puede conseguir el libro?

En casi todas las librerías, tanto en Montevideo como en el interior del país. Y para aquellos que se encuentren fuera de Uruguay, pueden encontrarlo en formato electrónico en Kindle, Apple Books, Google Books, Casa del Libro en España, Gandhi en México, Barnes & Noble y en Bajalibros (especialmente para los argentinos)

Contacto: [email protected]

IG: @magdalenareyespuig

#MujeresPoderosas