A los 24 años se fue de Uruguay a vivir a Barcelona donde encontró la libertad y las bases de la estética de su fotografía artística. La infancia rodeada de cine y pintura, sus fotos más audaces, la mujer y la comida, la fotografía contemporánea, de todo ello habló con Dressmix, esta joven y talentosa artista visual uruguaya. 

¿Cuáles fueron tus influencias artísticas? 

Creo que la influencia más clara comienza en mi casa, con mis padres. Mi padre, desde que tengo memoria, siempre andaba con una cámara en la mano, tanto de filmar como de fotos, y mi madre iba a taller de pintura y pintaba las obras más abstractas y coloridas posible. En casa de mis abuelos y en la nuestra había varias de ellas. Pero ninguno de los dos se dedicaba a estas cosas en forma profesional; mi viejo era médico, cirujano plástico, y mi madre secretaria. No fuimos una familia en donde se nos impusiera lo artístico, éramos una familia felizmente funcional llena de actividades, sí, pero yo, por ejemplo, de chica nunca fui ni a pintura, ni a fotografía, ni a nada relacionado con eso. Sin embargo, la creatividad la encontrabas en todo, todo el tiempo, porque era un fluir natural que, sin pensarlo, simplemente existía. 

Mi casa siempre estuvo llena de adornos, de una estética impecable y placentera de ver donde todo lograba coexistir en un mismo lugar por más que los estilos fuesen diferentes. Mi madre lograba eso, y me llevó a que el interés por la decoración, por el orden, por el arte, fuese algo importante que se ve que adopté inconscientemente y que al crecer se transformó en mi forma de vivir la vida. 

Con el tiempo y el crecer las influencias se van sumando. El irme de Uruguay con 24 años hizo que se desarrollaran a pasos gigantescos. Cada día que viví fuera, que viajé, que me conocí, que descubrí, que probé, que viví feliz o triste, sola o acompañada, fueron la segunda etapa de influencia en el mundo del arte que hicieron que me formara una identidad en cómo me expreso a través de la fotografía, que termina siendo la disciplina que elijo como modo de extender mi cerebro, mis brazos, mis ojos; eso y decorar cada casa donde vivo o intentar hacerlo en cada una que visito. 

¿Tenés algún recuerdo claro de tu infancia? 

Uno de los recuerdos más increíbles de mi infancia es ir con mi madre a ferias de antigüedades tanto en Buenos Aires como en Montevideo y caminarlas de punta a punta sin descanso. Yo terminaba del otro lado de los puestos hablando con la gente, convenciéndolos de que compraran lo que el puesto ofrecía. No me olvido más. Aprendí sin querer del mundo de los objetos, del mirar, observar, escuchar, tocar, investigar. Esos primeros viajes donde sentí por primera vez la libertad y felicidad del viajar y conocerme fuera de lo familiar. 

Otro gran recuerdo de mi infancia que me marca un antes y un después es cuando fallece mi padre en el 94. Me acuerdo que de las primeras cosas que me pregunté cuando enfermó fue quién me haría los dibujos del colegio, pero la verdad es que no recuerdo a mi padre dibujando al día de hoy. A partir de ese momento comencé a explorar lo que mi viejo tanto practicaba y recuerdo tan bien. Nunca más dejé la cámara de filmar ni la de fotos. Desde los 10 años, este mundo se volvió mi forma de ser, mi forma de mirar. 

¿Cuándo fue que sentiste el llamado de la fotografía como el medio para tu arte? 

Un poco desde siempre, pero es que antes no entendía lo que era hacer fotografía ya que para mí sacar fotos o filmar era algo tan natural como cualquier otra cosa en mi vida. No lo hacía pensando en que era un medio de expresión o un modo de ganarme la vida. Eso lo entendí más adelante, como a los 22 años, tarde tal vez, cuando decidí que todo lo que ganara iba a ser destinado a un curso de fotografía y que detestaba la facultad y no me interesaba para nada pertenecer a ese mundo, más allá de que me lo inculcaron hasta la médula, así que largué todo y en el 2007 dejé Relaciones Internacionales y me metí de lleno en lo que quería hacer. Al año siguiente decidí irme de Uruguay para seguir estudiando fotografía fuera, cosa que logré hacer recién en el 2009. 

¿Cuál fue (o cuales fueron) la/s foto/s más osadas que hiciste? 

¡Uh! MIL, pero sé perfectamente cuál fue la número uno. Trabajaba como fotógrafa para una inmobiliaria en Barcelona, uno de los tantos “curros” que tuve al llegar allí. El dueño me daba las llaves de los “pisos” que tenía que fotografiar e iba sola con mi cámara. Un día entré a un baño de una casa equis y se me “vistió” en la cabeza la foto perfecta que quería sacar sin tener a quien. Chau, metí trípode, me saqué toda la ropa, preparé la cámara, marqué los 10 segundos del timer y corrí dentro de la bañera. Así unas seis veces más o menos. Sacaba la foto, volvía a la cámara, la miraba, veía qué quería cambiar, calculaba, apretaba el disparador y corría otra vez hacía la bañera. Los azulejos de ese baño eran una maravilla. Amé el resultado, me enamoré de la idea de hacer de ese trabajo que me aburría increíblemente algo más interesante. Ahí fue que empecé a hacerme autorretratos en toda casa que iba. “Agente inmobiliario” fue el nombre del trabajo de ese conjunto de autorretratos de mí desnuda en esas casas que ni idea de quiénes eran. 

Tal vez en ese entonces era algo osado, yo tenía 25, 26 años y correr en pelotas con el riesgo de que entrara el dueño y me descubriera, era la chispa. Ni tan osado tal vez, pero muy divertido. 

¿Qué crees que es lo más importante en una foto? 

¡Wa! A ver, no es una cosa sola. Creo que es el conjunto de cómo todo está encuadrado y dispuesto para funcionar en la imagen. Manda mi cabeza, ni idea, ella declara que lo que veo y creo tiene que ir por ese lado. Las líneas rectas, lo limpio y ordenado. Creo en eso perfectamente puesto para que el ángulo combine con el otro sujeto que se encuentra allí. Los colores y tonalidades, aunque la luz es lo que más me gusta encontrar. 

Son momentos, tuve mis momentos de buscar la foto más que de pensarla y hacerla. En mis viajes las encuentro más que nada. Meterme en las ciudades y encontrar de sorpresa esa foto perfecta es parte del todo. Luego momentos en donde los bodegones de comida fueron mis “vedette”. Llegar a encontrar la perfección de una foto de un pescado con collares de perlas y huevos crudos abiertos a la mitad es una fiesta en mi cerebro. Me gusta y me identifico creando lo importante en una foto con lo que encuentro a mi alrededor. Lo importante es mucho, lo importante es el conjunto. 

¿Cuándo y porqué decidís que llegaste a una foto que vale la pena (o que está bien lograda)?

A veces me doy cuenta mientras la hago. Soy un culo inquieto y me conozco. Cuando arranco motivada con que quiero hacer tal foto, pam, me siento como si me hubiesen succionado el cerebro de lo concentrada que me pongo y empiezo a “cocinar” mi próxima creación. Con mi serie de los pescados me sucedió un poco eso. Cuando las iba haciendo estaba tan copada que sabía que iba a tener un buen resultado. 

Una foto no está terminada por hacerla con la cámara, luego me siento HORAS en la computadora. Soy adicta al detalle. Elimino lo que me molesta, cambio tonalidades, contrastes, luces, agrego o saco brillos. Hago que cada foto sea como pintar un cuadro. “Pintar” debe de llevar mil horas más, pero pintar en mi cerebro no existe, no pinto ni un fosforito, así que yo “pinto” mis fotos pero sin pintura, cuando retoco una foto en la computadora es un proceso mío al que llamo “pintar un cuadro”. 

Me guío por la intuición, y las fotos, generalmente, las creo con lo que hay. Abro la heladera y si hay huevos sin la clara, porque la dieta de turno no me deja comer la yema, agarro los huevos y los mezclo con collares de perlas rodeando un pescado que fui a buscar especialmente, eso sí, a la pescadería de mi feria de barrio. No sé muy bien de dónde saco esas ideas, pero ahí están, en algún rincón de mi psiquis. 

Con lo que encuentro a mi alrededor creo mi imagen perfecta. Cuando la veo me suena una alarma en el cerebro que me dice: ya está, ahí la tenés, ya llegaste. 

La mujer y la comida están muy presentes en tus obras, ¿por qué? 

El cuerpo de la mujer, mi cuerpo, ahí arranca la cosa. Empiezo descubriendo el cuerpo de la mujer observando el mío, como muchos. Épocas en donde comienzo a prestarme más atención, en donde me descubro cómoda, más sensual. Mi cuerpo empezaba a cambiar, sería más o menos tipo a los 25. Empecé como a estilizarme en esos años, me mudé a Europa y la atención viró hacia otros lados, se ve. Había dejado de tener la cara redonda y pomposa pasando a ser más afinada y no tan aniñada. Dio la casualidad de que surgió lo de hacerme los autorretratos en las casas lo que hizo ese llamado de atención viéndome en mis propias fotos y opinando sobre mí. 

La comida siempre fue un “issue” en mi vida. Los que me conocen lo saben perfectamente. Desde que tengo memoria siempre estoy en alguna dieta o cuidado. Ni idea, no pregunten, es así. Si yo pudiese comer lo que se me diese la gana cuando quisiese y que mi cuerpo se mantuviese en una cierta delgadez, que es lo que hace que me sienta liviana, con más energía, sería ideal. Pero resulta que soy demente por el azúcar, adicta a la miel, y que paso de un extremo a otro de la noche a la mañana. Ahí se ve la intensidad de mi personalidad que también se refleja en el arte. Por lo demás, sé controlarme bastante y tiendo a la vida saludable, a comer sano y a hacer ejercicio. 

Me gustan todas las formas de cuerpo en los demás. Observarlos, fotografiarlos. Siempre le hago fotos a mis amigas para mostrarles lo espectaculares que son, agarrándolas en su mejor plano. 

Creo que somos mucho lo que comemos y que el cuerpo, más allá de la genética que juega un buen papel en todo esto, es el reflejo de ese resultado, al menos en el mío que sería del que estoy hablando. 

La comida y el cuerpo de la mujer, todo un tema en mi vida.

Sobre tu mirada actual de la mujer, ¿qué imagen se te viene a la cabeza? 

Una imagen de un círculo de apoyo donde nos encontramos todas. Una imagen súper poderosa. Las mujeres somos únicas, libres, creadoras, hermosas. 

Siento que la mujer actual está tomando las riendas de sus quereres, de sus vidas, de sus independencias, de sus denuncias, de sus familias, de sus cuerpos, de sus deseos, de sus momentos y de los resultados de sus esfuerzos. 

Yo camino con menos miedo gracias a muchas, a muchos y a todos los que hacen el cambio. Entiendo también que mi personalidad siempre fue un poco, o a veces mucho, de ir para adelante y de avasallar, un poco sin pensar y sin miedo, aunque he tenido momentos difíciles; el cambio que empezó a generarse en los últimos años está haciendo que los que se encontraban en la otra vereda caminando con rabia y con ideales idiotas, estén cambiando su trato, sus pretensiones, sus creencias y ese modo absurdo de ver a la mujer, de tomarla por igual, comenzando a respetar, a igualar y a entender, de una vez por todas, que todos somos todo y que se acabó. Muchos nunca van a verlo de esa manera y pobre de ellos que se perderán el privilegio, porque la mujer actual no es la que piensan que es ni lo será nunca más, y creo que estamos en el comienzo recién.
No soy una feminista empedernida que cree que las mujeres somos superiores. Creo que el hombre y la mujer somos iguales y no entiendo de donde viene eso de que durante toda la historia nos hayan minimizado, castigado, pagado menos por el mismo trabajo, apaleado, juzgado.
Me duele imaginar lo que muchas sufrieron y sufren hoy en día por esto. 

Esos nueve años de vida en Barcelona, ¿en qué aspectos intervinieron tus ideas, tu carrera y personalidad? 

¡Wow! Puedo escribir páginas sobre esto. Barcelona me cambió la vida para siempre. Bueno, irme de Uruguay lo hizo, y afirmo que fue la decisión más increíble que tomé. Más allá de que lo haya hecho de manera absolutamente inconsciente, como recuerdo que lo hice, y de que al principio la haya pasado fatal. Seguí y me aguanté y eso hizo que me sintiera fuerte, libre, libre, libre, sentirme libre, fue y sigue siendo mi mayor virtud y tesoro, aprender a sentirme segura de mi misma, eso hizo el irme. 

Con respecto a mi carrera como fotógrafa esos años me formaron. Me inventé y creé un estilo propio y una estética, e hizo que llegara al momento en donde estoy parada hoy en día en relación a lo que hago en todo sentido. Hoy en día me encuentro haciendo fotos, las que se me da la gana hacer, vendiéndolas y a punto de lanzar un proyecto de venta de arte contemporáneo y emergente a través de una página web en forma de galería y tienda, reuniendo a diferentes artistas visuales, proyecto que “viste” mi cabeza hace varios años y al cual llamé “Hungry Art” (www.hungryart.art). 

Claramente fueron años en donde mis ideas cambiaron, se transformaron. Yo muté, me transformé. El conocer lugares nuevos, gente de todas partes del mundo, probar los platos más extraños y deliciosos, salir del “jamón y queso”, del chivito y del pollo con papas noissete; porque hace 10 años no existía el boom gastronómico que existe hoy en día, y probar el serrano, el poco curado, el portugués, el ahumado, el queso gorgonzola, la stracciatella, ¿pan con tortilla? ¿pan con chocolate ?¿what ? Salí del único mundo que conocía para reconocerme en otros, porque Barcelona son muchos mundos en uno.
Esa ciudad siempre va a ser mi segunda casa. Y siento lo que así bien dijo Pablo Picasso: “Barcelona, la vieja, la hermosa. ¡Cuántas cosas colgué en el altar de tu alegría”. Y aún me queda vida para seguir viajando y viviendo fuera de Uruguay, sí, y lo que me entusiasma la idea de hacerlo es la libertad que siento con tan solo pensarlo. 

¿Quiénes fueron tus maestros o tus guías? 

Mis padres, mi hermano, mi locura innata, mi ansiedad, cada persona que me cruzo, mis viajes por el mundo, las ciudades donde he vivido, cada calle, comida, clima, cada sueño, da igual, todo es fuente de inspiración, un maestro o un guía. 

Pero si de artistas hablo, en un principio me incliné por no querer conocer mucho para que mi impronta creativa no se viera condicionada, pero ese pensamiento me duró hasta que me di cuenta de que todo me generaba inspiración. Cada galería o museo, hacía que conociera un sinfín de artistas que desconocía. Yo no estudié nada relacionado con el arte, ni leí sobre pintores, ni arquitectos, ni fotógrafos, ni cine, ni nada, cuando viví fuera el arte estaba a mi alrededor 24 horas al día incluso en mis sueños. 

William Eggleston, Helmut Newton, Joel Meyerowitz, Jeff Wall, Edward Hopper, René Magritte, Garry Winogrand, Quentin Tarantino, Matisse, Erwin Olaf, Irving Penn… Uff, mencionaría muchos más artistas que tengo como referentes no solo de mi arte sino de mi forma de ver. 

¿Cuál es la parte ingrata del artista visual? 

Que el vivir del arte aún no sea para todo el que quiera una opción única y que aún exista esa libertad de expresión a medias, que, aunque no parezca sigue existiendo. Si, te podés expresar y mostrar como se te de la gana, pero lamento mucho que la gente juzgue bajo principios que caducaron hace décadas y que si lo hacés de una manera que muchos no entiendas, te entierren en un lugar que no te sientas ni ahí identificado. 

¿Y la que te hace feliz? 

Intentar que el arte sea lo único que haga para poder vivir. El camino para llegar a eso está siendo desde hace mucho tiempo algo alucinante en mi vida que me da, me quita, me desespera, me educa, me alegra y me frustra, pero me llena de inquietudes y virtudes que son mi motor principal y mi felicidad desde hace años ya.
Y no, no vivo solo de mi fotografía y de vender mis fotos, pero sí, imagino que en un futuro lo podré lograr. 

¿Cómo ves a la fotografía contemporánea en general y en particular al Foto Arte? 

La veo avanzando, creciendo. Veo que hay mucha gente que hace trabajos que me dejan de cara, en mi ciudad, en el mundo. No sé si es que siempre existieron estos dones fantásticos y que recién ahora existe el medio para poder verlos, pero claramente creció la oferta de genios y con la oferta de genios las vías para comercializarlos haciendo que todo crezca. Entiendo que hay una masividad de información visual que ni voy a mencionar, pero más allá de eso no hay con qué darle, la fotografía, las artes plásticas, el diseño, la arquitectura, la gastronomía, el interiorismo, TODO ha dado pasos GIGANTÉSCOS en los últimos años y aunque a veces nos agobie pienso que esto recién empieza y está en uno saber manejarlo. Si sentís que te hace mal el Instagram, Pinterest, cualquier red social o realidad virtual, borrate y luego ves. 

Foto arte. La fotografía está teniendo varias caras, ahora más que nunca y es fácil reconocerlo. El arte se está volviendo parte de la vida de mucha gente, en menor o mayor grado, como hobby o profesionalmente, y la foto arte, el “fine art”, la pintura y todo lo que mencionaba anteriormente, es uno de los modos de expresión más influyentes hoy en día y creo que cada vez parece más cercana la posibilidad de poder vivir de esto. 

El fácil acceso al poder incursionar en las artes está haciendo que avance y que nazcan dotes increíbles, y no me refiero a los que un día se copan y se creen chefs, fotógrafos, pintores tras hacer una línea recta en un lienzo, etc., sino a los apasionados que hacen obras interesantes que cuando las vemos sentimos que hablan a través de la cámara, del pincel, de sus ipads o de lo que usen para crear, dejando todo en la tarea, porque es su alma. 

Estas experiencias implican el auto-descubrimiento, el crecer y mejorar como persona, el ver y el querer hacer, copiar, crear, lo que sea con tal de EXPRESARSE. Las nuevas tecnologías han facilitado el poder mostrar la creación en forma casi instantánea y eso las ha acercado a quien quiera verlas, al mismo tiempo en todo el mundo, maravilloso. 

Por supuesto que hay que aprender a diferenciar el buen arte del otro y para eso hay que educar el ojo mirando buenas obras. Si te interesa el arte tenés que buscar en dónde está lo bueno y que te eleva, chau, sin vueltas que darle. 

El foto arte está creciendo tanto como otras disciplina artísticas y me siento feliz de acompañar esta expansión e intentar crecer más y más dentro de ella. 

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