Cómo cuidar la piel y el cuerpo durante los nueve meses

Es difícil describir lo que se siente al ver dos rayitas en tu test de embarazo, ¿no? El momento más feliz de tu vida por fin llegó, y mientras las lágrimas de alegría saltan a borbotones y una emoción sin igual explota en tu pecho, no parás de repetirte: “¡en nueve meses voy a ser mamá!” ¿Existe algo en el mundo que pueda hacernos más felices? 

Pero como en muchos otros órdenes de la vida, los momentos más emocionantes y felices traen aparejadas sensaciones de signo contrario: aunque pueda resultar extraño, el embarazo nos genera una felicidad tan extrema que termina por paralizarnos de  miedo. Casi sin darnos cuenta, esa algarabía inicial da paso a una serie de cuestionamientos sobre nuestras capacidades, nuestras habilidades y hasta nuestro futuro. A la inevitable “¿seré una buena madre?” le sucede una serie de interrogantes muy amplia, que va desde cuestionamientos trascendentales (“¿estoy preparada para semejante responsabilidad?”), pasando por dudas terrenales (“¿qué va a pasar con mi trabajo?”, “¿mi marido me aguantará con las hormonas revolucionadas?”),  hasta los consabidos temores estéticos (“¿alguna vez recuperaré mi figura?”, “¿voy a quedar llena de estrías, manchas y celulitis?”).

Todas estas preguntas -que pueden llegar a atormentarte- irán encontrando respuestas una a una, y las dudas, los miedos y la ansiedad de las primeras horas irá dando paso, paulatinamente, al disfrute de tu embarazo y de tu futuro bebé.

Recuerdos imborrables, sin marcas de por vida

Es cierto: los cambios hormonales y las alteraciones naturales del embarazo afectan nuestra piel y nuestro cuerpo. La buena noticia es que sus efectos no duran por siempre; el tiempo y los cuidados adecuados logran mitigarlos. En otras palabras: si hacemos lo que debemos, es probable que nuestro cuerpo logre disimular las dos cifras ganadas durante la gestación, apenas meses después de haber dado a luz.

Cómo sobrevivir al embarazo

Durante estos nueve meses, nuestro cuerpo es sometido a una serie de exigentes pruebas; en efecto, al aumentar de peso nuestra piel se estira considerablemente, mientras que nuestro cutis, por decirlo de alguna manera, se descontrola: puede volverse más seco o más graso, con menos brillo o favorecer la aparición de manchas. Pero si le prestamos la atención y los cuidados debidos, nuestra piel superará los distintos escollos y, con algo de suerte, volverá a ser la que siempre fue.

Mantener el rostro iluminado

Durante la gestación las mujeres podemos desarrollar un trastorno llamado melasma, término clínico que refiere a las siempre odiosas manchas-color-café-con-leche que aparecen en nuestro cutis. Habitualmente se manifiesta en las mejillas, en la frente  y sobre los labios, y son el resultado del depósito excesivo de melanina –un pigmento- en la piel.

En general aparece luego del primer trimestre y se acentúa en los últimos meses, cuando los niveles hormonales son muy elevados. Según María Eugenia Oyenard: “Se acompaña de hiperpigmentación de aréolas mamarias, línea blanca abdominal, cicatrices, etc. Este tipo de melasma gravídico se atribuye al enorme incremento de estrógenos y hormona melanoestimulante que ocurre durante el embarazo”.

La radiación ultravioleta predispone el desarrollo y el agravamiento de esta condición que, afortunadamente, logra revertirse mayormente luego del parto.

Por ende, si queremos prevenir su aparición, es recomendable utilizar pantallas solares de alta protección, siempre recetadas por un dermatólogo. Y si las manchas igualmente asoman, a no desesperar: pueden ser tratadas –nuevamente, supervisión médica mediante- con alguna crema despigmentante.

Por otra parte es normal notar un aumento en el número y tamaño de lunares y pecas; no obstante este fenómeno de pigmentación es temporal, y tiende a disminuir luego del parto.

Otra reacción frecuente en este período es el aumento de la producción de grasa, por lo que nuestro cutis se encuentra más propenso a desarrollar acné; a su vez no es infrecuente que suceda lo contrario, es decir, que disminuya la función sebácea, dejando nuestro cutis seco y sin brillo. Para prevenir, evitar o reducir al máximo estos contratiempos, es recomendable limpiar el cutis dos veces al día con algún gel o  espuma neutra, antialérgico, sin detergentes y preferentemente sin perfume. 

La marca menos buscada

Probablemente  las estrías deben ser la preocupación más común al preguntarnos cómo quedará nuestra piel luego del embarazo. 

Todas lo sabemos: el embarazo propicia la aparición de estrías en el abdomen, caderas, brazos y glúteos. Comienzan siendo líneas rosáceas o violáceas que se ubican en las áreas de mayor estiramiento durante el embarazo y, con el paso de los meses, van tornándose en líneas blancuzcas que nunca se ven bien. 

Contrariamente a lo que podría pensarse, las razones de su aparición obedecen más al tipo de piel que al peso en sí: las mujeres de piel blanca y fina son más propensas a presentarlas, independientemente de lo que atestigüe su balanza. De todas formas, un aumento repentino de peso sin hidratar la piel durante el proceso puede favorecer su aparición, ya que las fibras de colágeno, invariablemente se romperán. Otros factores desencadenantes a los que debemos estar atentas: la genética y el peso del bebé. 

Lograr que se eliminen en su totalidad es muy difícil, así que es importante hacer todo lo que esté a nuestro alcance para prevenirlas: además de tratar de mantener un peso adecuado durante toda la gestación, es necesario que hidratemos permanentemente nuestra piel tomando al menos dos litros de agua por día, además de aplicar -desde el primer día- cremas hidratantes con vitamina A y D. ¿El mejor momento para utilizarlas? Luego del baño y, en lo posible, antes de dormir. Asimismo, debemos aplicar diariamente cremas específicas en las zonas más sensibles. Recuerden: cuanto más hidratada esté la piel, mayor capacidad tendrá para tolerar el estiramiento sin resentirse.

Cabellera perfecta

Durante la gestación, muchas mujeres notan su cabello más abundante y con más brillo. La razón: en este período un gran porcentaje del pelo se encuentra en etapa de crecimiento. Como contrapartida, es común que al cabo de algunas semanas luego de dar a luz se observe una brusca caída del cabello. Dicha pérdida es absolutamente temporal y se debe a que un gran porcentaje del mismo se encuentra en estado de descanso. 

En caso de tener el cabello opaco o débil durante el embarazo, es recomendable tratarlo con un buen shampoo fortificante y aplicar una máscara hidratante una vez por semana, para así devolverle buena parte de su vitalidad.

Celulitis y várices

Es probable que el impacto de las hormonas femeninas durante el embarazo predisponga la aparición o al agravamiento de la celulitis. Para prevenirla, bastará con echar mano a los paliativos por todas conocidos: caminatas, dieta sana, abundante agua e incluso sesiones de masaje de drenaje linfático. 

En este periodo también pueden originarse várices. Tal como en el caso anterior, éstas se previenen realizando una actividad física adecuada, así como evitando estar de pie mucho tiempo sin movilizar las piernas, manteniendo el peso controlado y dejando de lado las ropas muy ajustadas, ya que producen una mala circulación. 

Consejos útiles:

  • todo producto que se coloque sobre la piel debe estar autorizado por el médico ya que puede ser absorbido por la sangre y pasar al bebé;
  • no exponerse al sol o hacerlo con pantalla solar alta;
  • evitar el aumento excesivo de peso;
  • tomar abundante agua;
  • mantener una dieta balanceada rica en antioxidantes y vitamina C;
  • dormir lo suficiente;
  • realizar ejercicio adecuado en los meses que esté permitido;
  • usar productos especialmente indicados para embarazadas para hidratar la piel.

 Aprovechá para:

  • hacer yoga para embarazadas;
  • darte largos baños de inmersión de agua tibia;
  • dormir todo lo que quieras;
  • ¡hacerte masajes sin culpa!

Productos recomendados:

  • Clarins “Huile Tonic”: aceite 100% natural que reafirma y tonifica los tejidos previniendo el relajamiento cutáneo al mejorar la elasticidad de la piel, y contribuyendo a reducir el riesgo de estrías. Suaviza y satina la epidermis y previene su deshidratación.
  • Biotherm Biovergetures: crema para la prevención de estrías. Se aplica en todo el cuerpo.
  • Eucerin “Baby and Mom”: crema antiestrías.
  • Dermur Mamá: previene estrías y la flaccidez en el abdomen y pecho. Posee elastina, vitamina A y E.
  • Johnson´s Baby Aceite con Aloe y Vitamina E: hipoalergénico ideal para humectar y proteger la piel.

Por Mariella Figueredo