Escuchar con los ojos.

David La Chapelle en Uruguay

Por Camila Galfione

“Mirar un cuadro con ojos limpios y aventurarse en un viaje de descubrimiento es una tarea mucho más difícil, aunque también mucho mejor recompensada. Es difícil precisar cuanto podemos traer con nosotros al regreso”. E.H. Gombrich

En el mes de Junio llegó a Montevideo la extensa y reconocida obrapop del artista fotográfico y audiovisual David La Chapelle, con la intensión de quedarse hasta Octubre. La idea inicial es que el norteamericano en algún momento visite la ciudad para dar una charla, la cual se tuvo que posponer de su fecha inicial por temas de salud.

La obra que es fuerte, intensa, grotesca y por momentos agobiante tiene adeptos y desertores. Sin embargo, las sabias palabras del historiador del arte E.H.Gombrich decían que “hay causas equivocadas de que no nos guste una obra de arte” y que “la inclinación a los temas bonitos y atractivos puede convertirse en nociva si nos conduce a rechazar obras que representan asuntos menos agradables”.La muestra se divide en cuatro partes, que se situaron en distintas locaciones de la capital uruguaya. En el Espacio de Arte contemporáneo, se encuentra Posmodernidad, en Agadu,Símbolos de Inmortalidad, en el Centro de Fotografía,Contemporaneidad, y por último, en Fundación Unión, Iluminación. Las exhibiciones fueron inaugurando en la secuencia mencionada, con la intensión de que se recorran siguiendo ese mismo sentido.

Tener las palabras del historiador en mente a la hora de apreciar La Chapelle es clave, debido a que su magia está en apreciar el diálogo imaginario que crea mediante símbolos, en observar cada obra con el tiempo que merece y en elaborar una argumentación propia.

En Contemporaneidad hay una sala en la que se pueden apreciar los videos musicales que realizó para distintas celebridades como “Natural Blues” de Moby o “Someone saved my life tonight” para su viejo amigo Elton John. Todos realmente diversos pero con la fuerte y distintiva impronta de La Chapelle.

Demás está mencionar la impecabilidad de cada imagen, sin embargo, hay dos detalles que cabe mencionar: la falta de vidrios antirreflejo que no ayudaba a apreciar las fotografías al evidenciar al publico que tenía en frente y la poca distancia que había en algunos casos para apreciar mejor la magnitud de las obras, que en su mayoría se caracterizaban por tener dimensiones importantes.

Vale la pena tomarse el tiempo e ir a escuchar con los ojos lo que el artista quiere decir. Sólo siguiendo los sabios consejos de Gombrich, sabremos entender y comprender este sofisticado lente que le puso un color irreverente a la ciudad.