Encuentro con Gabriela Iribarren, quien trabajó duro para estar en la piel y en el alma de la escritora francesa Simone de Beauvoir.

Por Dolores de Arteaga

Llantos escondidos. Lágrimas que se dejaban entrever. Detrás de mujeres. Y también detrás de algunos hombres. Aplausos que hacían eco, y no solo festejaban a la actriz Gabriela Iribarren, que acababa de finalizar una obra maestra, como lo es La Mujer Rota de Simone de Beauvoir, sino a la fuerza que les había dado ese intenso monólogo de 75 minutos. Seguramente, para todo ese público que estuvo presente en cuerpo y alma, no fue una obra teatral más.

La sala Delmira Agustini del teatro Solís era el marco ideal para la obra. Algo muy lúdico se daba entre la arquitectura interior y exterior de nuestro teatro icónico. De a momentos, uno no sabía si estaba en Montevideo o en París. Sumado a la intimidad que logró desde el principio Gabriela Iribarren, nuestra querida actriz con gran trayectoria en unipersonales, quien recibía y despedía al público conectando con todos y cada uno de una manera intuitiva,  una característica muy típica de la feminista del siglo XX: “El código que trabajamos está en consonancia con lo que Simone tenía como principios, que es vincularse y ver al ser humano desde su particularidad.”, comenta Gabriela Iribarren.

Algo tuvo claro la actriz cuando la directora teatral María Dodera, como una epifanía, le propuso hacer La Mujer Rota. “Le dije que me encantaba, pero que me gustaba más pensar en contar La Mujer Rota dentro de Simone de Beauvoir. Porque Me interesa más Simone.”

La Mujer Rota es uno de los tantos libros que escribió la feminista. En él se escuchan las voces de tres mujeres, en tres relatos distintos, donde la soledad, la agonía y el amor son el hilo conductor. Una obra tan actual, que podría haber sido escrita por estos días.

Foto: 180.com

Dress: ¿Qué sentís que dejó la obra La Mujer Rota en el Solís?

Gabriela Iribarren: Generó esa experiencia que es vivir el espectáculo. Da ganas de ir al encuentro con Simone, al encuentro con su legado, con sus libros, con su vida.

D: ¿Cómo empezaron a trabajar la obra?

GI: Me leí toda la obra de Simone de Beauvoir, que son millones y millones de palabras, imagináte, tiene muchos libros en distintos tipo de producción. Tiene las autobiografías, las ficciones, los ensayos, y de toda su obra con María Dodera fuimos seleccionando lo que nos había impactado más a cada una. Me gusta tomar La Mujer Rota, porque de alguna manera es el objeto de estudio de Simone, y es la mujer que a nosotros nos interesa también porque habla de una mujer en una situación de quiebre emocional y psíquico.

Fue un trabajo que duró seis meses. Con María, como somos amigas, también dijimos de rompernos un poco nosotras. Poner en cuestión nuestro lugar de confort, cómo nosotras fuimos como mujeres, cómo fuimos educadas, qué peso tuvo eso, de qué cosa nos liberamos, de qué cosa no nos liberamos, cuáles son las cosas que arrastramos como peso de género por ser mujeres. Toda una reflexión sobre nosotras mismas. Porque todas somos todo. Todas estamos rotas, todas nos reconstruimos.

D: ¿Cómo es “la mujer rota” de Simone?

GI: Simone, además de la mujer rota, hablaba de la mujer, pero no de la mujer que debe ser, sino de la mujer que es, en ese momento actual, en función de esa construcción cultural que se desarrolla a lo largo de la humanidad. Le interesaba escuchar a esa mujer, y básicamente reclamarle una actitud emancipadora. Una aceptación de cómo somos y una confrontación con lo que nos oprime en caso de que nos sintamos oprimidas, entonces frente a eso lo que ella dice, ligado a la filosofía existencialista, donde cada uno puede construir su propia vida, sería algo así como: “Somos lo que hacemos con lo que han hecho de nosotros”.

La Mujer Rota te toca muy hondo. Abarca un montón de problemáticas, sentimientos, situaciones, estados. Y aparte del quiebre psíquico, lo que es incorporar pastillas, bastones, la época de los barbitúricos. Esa obra es producto de una gran empatía, de una gran comprensión humana. Simone era una gran observadora de la realidad y del comportamiento humano. Esa capacidad de ella de captar esos matices de estados emocionales y psíquicos, y plasmarlos, escribirlos.

D: ¿Cómo sale una mujer rota de la “rotura”?

GI: Simone sostiene que lo primero y lo principal es la solidaridad entre mujeres, es decir, únicamente puede comprenderte humanamente otra mujer. Mejor que nadie, digamos. Porque todas tenemos muchas cosas en común, más allá de todas las diferencias que puede haber entre nosotras. Seguramente haya hombres capaces, que puedan tener esa capacidad, no es excluyente, lo que pasa es que no es lo más habitual. Y luego de eso uno tiene que enfrentar, romper con las cosas que la hacen infeliz, que la atan. Hay que estar fuerte para poder afrontar las consecuencias que implican no seguir el rumbo del mandato. Hay muchos mandatos, y cada cultura tiene el suyo. Cómo romper esos mandatos para construir la persona que vos querés ser. Y construir la vida que vos querés vivir en consonancia con tu esencia, con tu ser, ser fiel a ti misma. Las estructuras sociales tratan de que uno se adapte a un molde que sea de fácil tránsito. Vos te podés construir para oprimirte, o te podés construir para liberarte. Está en tus manos esa decisión.

D: ¿Qué es lo que más te marcó de Simone, al empaparte de su obra?

GI: Su personalidad, su manera de ser, su determinación, y la búsqueda de su libertad. Es poseedora de una libertad interna que nada pudo con ella. Ni su educación, ni las circunstancias diversas por las que pasó.

D: Mucha gente se quedó con ganas de ver la obra. ¿La van a repetir?

GI: En Montevideo la hicimos todo el 2017 y el 2018, en temporadas de 10 a 12 funciones, y fue un éxito brutal de público. Como somos artistas residentes del Solís, quien apoyó mucho el proyecto y tiene mucho interés en que la volvamos a hacer, seguramente repongamos en algún momento. En el Interior la hicimos bastante. Es una obra para seguir haciendo toda la vida (risas).

Ahora nos vamos a un Festival en Portugal con la obra. Y estuvimos en Bahía, donde murieron con el espectáculo subtitulado.

D: Una frase de Simone….

GI: “El opresor no sería tan fuerte si no tuviese cómplices entre los propios oprimidos”. Eso alude a la mujer y también a cómo las mujeres contribuimos. Es una de sus grandes frases. No sé si es la que más me mata, pero es muy inteligente.

D: Reflexión final…   

GI: Que Simone es de todas las mujeres y de todas las personas. Porque mirá que todos los hombres que han ido a ver el espectáculo han quedado tan conmovidos y fascinados como las mujeres. Simone es una referente, nos une a todas, y eso es lo que a mí más me importa.

Fotos: Fundación Banco Itaú, sponsor de la obra de teatro.