#MujeresconActitud

Filosofía / Filósofa y Psicóloga

¿Cuáles son a tu criterio las principales fortalezas de la mujer?

La principal fortaleza de la mujer está en su capacidad de superarse a si misma. No comulgo para nada con la idea de que la principal condición para liberar a la mujer es “dar muerte” a la cultura patriarcal. Las mujeres más fuertes y destacadas de la historia fueron aquellas que, más allá de su contexto o circunstancia particular, se preocuparon por vencer sus propios miedos y prejuicios, para probarse a sí mismas y al mundo que la mujer puede ser tan libre como el hombre. Una mujer fuerte no es aquella que necesita denostar ala masculinidad para sentirse empoderada, sino aquella que se siente capaz de relacionarse con el hombre en un plano de igualdad. En la medida en que, como mujeres, podamos sentirnos -y por lo tanto, ser– libres para elegir y construir nuestro propio destino, la ideología patriarcal irá perdiendo terreno. El patriarcado no tiene cabida alguna en hogares con madres que se estiman a sí mismas como mujeres, e inspiran en los otros el debido respeto.

 ¿Cómo crees que la mujer puede ayudar a construir un mundo mejor?

Pienso que las virtudes humanas se siembran y cosechan tanto en Marte como en Venus (parafraseando el afamado título de John Gray).  Pero en lo que sí considero que podemos hacer un aporte sustancial es a través de nuestra capacidad para amar en forma incondicional (que Nietzsche entendió como exclusiva del amor maternal). Aunque no descarto la posibilidad de que también los hombres puedan amar incondicionalmente, creo que a través del cultivo de esta poderosa cualidad las mujeres podemos hacer un gran aporte para la construcción de un mundo mejor. El amor incondicional nos hace más tolerantes, generosos y comprensivos, más auténticamente humanos, te diría. Porque podemos amar al otro en sus aciertos y en sus errores, con sus virtudes y también sus defectos.  En un mundo cada vez más individualista, materialista y exitista, el amor incondicional se brinda como un bálsamo que nos cura de la intransigencia, permitiéndonos apreciar la belleza de nuestra humana imperfección y vulnerabilidad. El creciente fenómeno de la globalización nos obliga a sortear las brechas que nos separan del “diferente” para poder coexistir pacíficamente en la diversidad. Y el amor libre de condiciones es, sin duda, un aliado súper valioso para la conquista de este objetivo.

¿Desde tu lugar cómo ves a la mujer hoy?

La mujer se ganado un lugar cada vez más influyente y significativo, especialmente en los últimos cien años de historia. En este sentido, siempre pienso en mis abuelas:  dos mujeres de carácter fuerte (auténticas matriarcas, se podría decir) pero que,como “hijas de su época”, no pudieron gozar de la autonomía accesible a muchas mujeres hoy.Sin embargo,aún queda mucho camino por recorrer. Por eso siempre aconsejo a mis hijas que, sea cual sea su voluntad, no renuncien jamás a su independencia. Que procuren ser siempre material y espiritualmente autónomas, para poder elegir y construir con la mayor libertad posible su propio proyecto de vida.

¿Te consideras feminista?

Sí, claro. ¡Me encanta ser mujer! Soy una ferviente admiradora de Eva, la primera mujer en el mito del Génesis, a la cual considero un arquetipo fascinante de la mujer inquisitiva. Nunca me convenció la interpretación que la representa como culpable o pecadora; por el contrario, siempre consideré su decisión de probar del fruto del árbol del conocimiento como un gesto de inquietud intelectual y búsqueda de la libertad, con las que me siento totalmente identificada como mujer.

Comparto con el feminismo la voluntad de reivindicar nuestros derechos, liberándonos de la opresión y la violencia con las que hemos sido históricamente reprimidas y controladas. Sin embargo, no me siento para nada representada por las posturas que proclaman la superioridad de la mujer sobre el hombre, y tampoco por las que niegan o desestiman las diferencias sexuales.  Éstas son las que se difunden con más bombos y platillos, pero no son en absoluto las únicas expresiones del feminismo, que es un conjunto de movimientos sumamente amplio y heterogéneo.

Filosóficamente, suscribo a la corriente denominada Feminismo de la diferencia, que defiende“la igualdad entre mujeres y hombres (igualdad de derechos y oportunidades), pero no la igualdad de las mujeres con los hombres (porque existen diferencias sexuales que los distinguen)”Negar estas diferencias es tan absurdo como ineficaz. Porque en su afirmación las mujeres podemos reconocer y celebrar nuestra propia identidad, encontrando la motivación para sentirnos auténticas y excepcionales. Como mujer aspiro a que todas y cada una de las mujeres del mundo puedan algún día pensar y sentir, “¡Qué hermoso es ser mujer!”Éste es el lema del feminismo con el cual me identifico.

 ¿Un momento especial de tu carrera?

El día que inauguré el primer Café Filosófico, allá por el año 2011. Siempre soñé con la posibilidad de filosofar en un espacio público, accesible a cualquier persona que tenga la curiosidad o necesidad de reflexionar junto a otros acerca de las preguntas de la vida, que son las inquietudes humanas que examina la Filosofía. El Café ya tiene ocho años de vida, y en cada encuentro experimento la misma conmoción que en el primero. Porque, entonces, siempre recuerdo mi época de estudiante en la Facultad de Humanidades, cuando sentía que eran poquísimas las personas con las cuales podía compartir mi pasión por la Filosofía y soñaba con poder vivir la experiencia de Sócrates, que salía a las calles de Atenas a filosofar con la gente. El Café Filosófico es un sueño hecho realidad.

Otro momento especial fue cuando me recibí de psicóloga a los 45 años.  Hacer la carrera de Psicología fue siempre una materia pendiente para mí, y el día que finalmente obtuve el título sentí esa emoción formidable de haberlo conseguido.

 ¿Cuál es tu sueño, tu pasión?

No renunciar jamás a mi libertad para elegir quién quiero ser. Para que la muerte me encuentre enamorada de la vida, haciendo lo que más me apasiona.