El desafío de hablar de tendencias.

Por Verónica Massonnier.

Estamos viviendo una situación nueva para todos. Nos recuerda ciertas películas de un futuro distópico que mirábamos sin pensar que muy pronto estaríamos siendo protagonistas. 

Con la sorpresa cotidiana, hoy es un desafío hablar de tendencias: cada día vivimos cambios y noticias que nos impactan. Sin embargo, voy a anímarme a reflexionar sobre algunos temas, pensando que hoy son sólo ideas: el futuro se transformó en algo tan desconocido que sería demasiado arrogante intentar predecirlo.

¿Qué podemos proyectar como tendencias?

Primero, todos nos estamos haciendo más amigos de la tecnología, descubriendo nuevas alternativas de software, venciendo ciertos miedos, experimentando. En muchos casos no es por interés genuino, no es por atracción, es porque la tecnología se ha transformado en nuestra forma de comunicación y de contacto con el mundo. Y una vez que nos hemos habituado a las herramientas informáticas, ya están ahí para quedarse.

Segundo, hemos descubierto que muchos de nuestros amigos tienen tiempo para respondernos, para charlar, para intercambiar. Es más, lo necesitan tanto como nosotros mientras que hasta hace poco estaban tan ocupados (¿estábamos?)  que tal vez una respuesta tardaba o no llegaba nunca. Nos vemos menos pero se acentúa cierta intimidad producto del aislamiento. Absorbemos el contacto social. 

Tercero, queda claro que la moda ocupa un lugar de menor inquietud en la mente del público. En parte porque el propio aislamiento redujo el “show off”, la idea de vestirse “para otros”. ¿Esto significa que desaparece nuestra atracción por la moda? De ninguna manera. Está allí, latente, ocluida por inquietudes mucho más acuciantes, pero dispuesta a explotar cuando tenga un espacio. Recordemos el New Look de Christian Dior: captó de manera intuitiva la necesidad que existía a la salida de la guerra de renovar, de volver a vivir. Lo hizo con una línea que empleaba una cantidad importante de tela en cada vestido, y en ese momento se consideró una frivolidad: ¿cómo destinar tanto material a un vestido? La sociedad se había habituado a ser austera, ahorrativa, a expresar a través de sus colores y modelos la tristeza de lo que estaba viviendo. Y sin embargo la respuesta mostró que había un anhelo de renovar, explotar, expresar, salir.

Cuarto, en tiempos de aislamiento la compra online es el escape, el espacio que queda, el showroom que permite concederse la belleza. Y la belleza sigue, y seguirá siendo, un aspiracional. La gran tendencia es que quienes se incorporaron al mundo de la compra online no van a salir de él: lo combinarán con la tienda física -y esto es seguro dado que la sociedad necesita salir y respirar- pero todo este proceso de cambio va a significar, también, un rediseño de los canales de venta.