Desde hace unos años Montevideo tiene su bar de tapas.

Por Dolores de Arteaga.
  • “¿Te gusta Montevideo?”
  • “Oye, me parece una ciudad muy bonita. Pero le falta mundo. En Madrid salíamos de tapas todas las noches con mi marido. Eso extraño mucho…”

Pasaron más de diez años y todavía conservo ese retazo de conversación con una española en la tediosa fila de una librería de Montevideo. Diálogo que cobró protagonismo en mi memoria en estos últimos años, por la ya sabida importación del tapeo español a nuestro querido Uruguay.

El “me quedé con ganas de…” ya pasó a la historia. En los bares de tapeo podemos catar de todo un poco, compartir, y llevarnos un paneo general del menú. Los que tuvieron la oportunidad de viajar a España, saben bien de lo que trata esta experiencia gourmet.

Desde hace unos años Montevideo ya tiene sus bares de tapas. Cada uno con su identidad bien definida. Nuestra pequeña ciudad también tiene sus rutas bien marcadas. Porque lo que se estila no es ir a un solo lugar, sino a varios en una noche. ¡A preparar la billetera!

“Una tapa es como una porción reducida de un plato. Nuestras tapas no son ni pinchos ni montaditos con pan”, comenta Francisco Beramendi, de Toledo Bar de Tapas. Cuando abrieron sus puertas hace tres años con su socio Gastón Blundell, tenían miedo por lo tradicional que es el uruguayo. Hoy no lo pueden creer: “Dejamos de ser un país de chivitos para ser uno de alta gastronomía.” Su carta se divide en cocina tradicional española, dentro de la cual podemos saborear tortillas, croquetas y pan con tomate; y en cocina de autor, donde encontramos huevo frito con espuma de Portobello, ravioles de zucchini, entre otros. Rotan la carta según la inspiración del cocinero y los productos que vayan encontrando.

Otra experiencia es la que se vive en El Mingus, donde además de las tapas creadas por las manos mágicas de Emiliano Muñoz, se viven martes de un jazz único en Montevideo. Aparte, el deleite de una exposición mensual de artistas emergentes, ya sea en fotografía como en pintura. Los sentidos, agradecidos. Su carta nos presenta una polenta orgánica grillada con un toque cítrico, un solomillo de cerdo, un gazpacho y, el hit del lugar: el falafel con tahine cremoso, tomates asados y salsa teriyaki. Y a la barra de tragos no la opaca nada ni nadie, porque detrás está Joshua (Brown), a quien mirarlo elaborar las pociones de autor ya es un espectáculo en sí mismo. Tanto Santiago Ottonello, como Alvaro Pereira y Gerónimo García, socios desde hace nueve años, se turnan para atender esa belleza de casa de 1924, con tanto amor como la sabían cuidar las familias que allí vivieron.

De Morondanga y su concepto súper descontracturado. “Lo atendemos nosotros, como nos gustaría que nos atendieran. La gente nos dice que es como si estuviese en su casa”, comenta Alfonso Cretenze, uno de los socios, además de Santiago Perdomo, Manuel González Arnao y Diego Fernández. El lugar es en una cálida esquina, entre las zonas de Parque Rodó y Cordón. La mesa más codiciada es la ventana barra, donde dos comensales quedan dentro y dos fuera del bar. Y los mosaicos de colores detrás de la barra son de los rasgos más particulares. Según Alfonso, “hoy se puede comer rico sin tener que ir a un súper restorán. Falta que el uruguayo haga circuitos, comer algo acá y otro poco allá, que sea algo rotativo.” ¿El menú? Colgado en la pizarra. Con diez tapas promedio por día, que cambian por temporada. Hay opciones para vegetarianos, platos con carne, pero siempre con buena materia prima y de estación. Provolone con higos y pasta de berenjenas, bruschetta con hummus y puerros fritos, ensalada de tomate antiguo orgánico, ceviche con pesca artesanal que viene de Playa Verde, choclo pinchado en un tenedor con manteca de algas de Rocha. “No nos abrazamos a un plato si el producto no es bueno”, concluye Alfonso.

Bruta ocupa una imponente casona del siglo pasado, exactamente del año 21. Los hermanos Mendiola, Ignacio, Mateo y Francisco, se pusieron literalmente la casa al hombro e inauguraron el restorán en el 2017.  Parece que todo el que prueba sus platos quiere una segunda vuelta. “Algunos son muy clásicos, pero nos gusta que tengan un toque distinto.” Entre las opciones encontramos salmón a las brasas con tian, croquetas de bondiola, langostinos empanados en coco y panco y papas a la suiza rellena.

Entrar a Vasca es como pisar una taberna española, con mesas y sillas bajas, en madera clara.  Federico Pérez, socio y cocinero, comenta: “Tenemos un tapeo informal, no ‘gourmetizado´. Único, como los típicos de España. Una tapa puede ser cualquier cosa: un pedazo de pan, una pizza, un guiso…” Juan Andrés y Carlos Ravecca también están asociados en este emprendimiento que ya cuenta con tres años en pleno corazón de Punta Carretas. Dentro del abanico de opciones para tapear, podemos encontrar un pulpo con puré de coliflor, una entraña marinada en salsa de soja y salsa criolla, entre otras tantas. Pero lo que más sale es la vieja y querida tortilla de papas.

Info:

Toledo Bar de Tapas

2915 3006

Cerrito 499 Esq. Treinta y Tres

Instagram: @toledobardetapas

El Mingus

2410 9342

San Salvador 1952 Esq. Jackson

Instagram: @el.mingus

De Morondanga

(No se hacen reservas)

Cassinoni 1200 Esq. Charrúa

Instagram: @demorondangabar

Bruta

2714 7050

Luis de la Torre 818 Esq. Jaime Zudáñez

Instagram: @restaurantebruta

Vasca

093 982 211

Miñones 455 Esq. Joaquín Núñez

Instagram: @barvasca