Phillip Lim VS Peter Pilotto

 

El plagio es lamentalmente una escena recurrente en el mundo del diseño. No me refiero a la reinvención de tendencias o del ir y volver de las prendas según las épocas. Hablo de la copia en simultáneo, no de la inspiración. Se suele señalar habitualmente cómo ciertas marcas de nuestra región se inspiran literalmente en grifas internacionales, para luego venderlas a precios exagerados y generar un aura de exclusividad no correspondida. No voy a hablar de estos temas en esta oportunidad, sino de cuando esto pasa a un nivel superior.

 

En las grandes ligas, a veces esto también ocurre de manera desvergonzada. Muchas veces siendo víctimas de un silencio repleto de intereses que esconde el ecosistema de la moda. Este tipo de episodios suceden en Fashion Weeks internacionales, donde de una temporada a la otra, a veces la inspiración no alcanza; en un mundo donde la renovación lo es todo.

 

En la temporada RTW SS 2014, en la semana de la moda de Londres, se presentaba Peter Pilotto. Desplegaba en su pasarela un laberinto de colores y luces que hacía resaltar aún más una colección inspirada en el arte, más precisamente en el trabajo de Ken Price.

 

En esta clase de eventos más allá de la ropa, todo se trata del show, de la comunicación de un concepto que el diseñador ideó para la temporada. La creación del set es una parte fundamental de la creación de esta experiencia, que quedará especialmente grabada en la retina del espectador y hará fluir el espectáculo.

Si observamos el desfile de Phillip Lim de este reciente NYFW Fall 2014, las imágenes hablan por si solas y nos suenan familiares. No hablo solo de materiales o recursos de implementación; en estos casos la conclusión queda al criterio del consumidor, que reclama el respeto que se le debe al atender a este tipo de shows.

 

Más allá de la existencia o no de un plagio, sí es una buena oportunidad para reflexionar sobre la importancia de los contenidos. Sobre la construcción de una imagen de marca que se base en cimientos sólidos y no solo en mostrar prendas; que en muchos casos son obras que merecen un escenario a la altura de las circunstancias y no una recreación de un desfile de temporada anterior.

POR: ERIKA STIGLITZ