Ida Vitale, el premio Cervantes y un día histórico para los uruguayos

Por Dolores de Arteaga

“En realidad en este momento, leer algo, no me nace, me nacería, no sé (risas)…, abrazar, decir cosas que serían absurdas y desacomodadas, pero que me saldrían del alma. Bueno…Majestades. Autoridades. Señores y señoras del jurado…”.

 

Su voz se sentía entrecortada. Parte por sus largos años. Y parte también por una gran emoción. Así se la pudo escuchar a la poeta uruguaya Ida Vitale hace muy pocos días, mientras daba su discurso tras recibir el histórico premio Cervantes, en el paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, España.

23 de abril de 2019 va a ser una fecha histórica para nuestro país. Mucho río de tinta tuvo que correr para volver a tener en nuestras tierras un premio Cervantes. El segundo después de Juan Carlos Onetti, hace cuarenta años. Ida es, además, la quinta mujer en ganar el premio más importante de la lengua española. 

Con esa gran naturalidad que la caracterizó durante toda su existencia, lo más lindo de su parlamento fue cuando dijo que nunca dejó de sorprenderse ante la vida. Su mirada hacia el mundo. Esa linda y mágica inocencia de los niños que los adultos nunca deberíamos de perder. Porque ahí estaríamos acabados. 

Su espontaneidad. Su humildad. Su humor sutil. Su sabiduría, su eterna curiosidad. Poseedora de una personalidad diáfana. Todas estas virtudes hacen de esta mujer de 95 años un ser de una gran delicadeza. Una voz única de la poesía nacional. Creadora de un universo de palabras liviano, lejos de las florituras y la pesadez de otro tipo de poesía. 

La esperanza es que esa gente que nos deja esos zapatos tan grandes, como Ida, nos inspire. Sea un ejemplo a seguir. Sobre todo para nuestros niños. Nuestra juventud. El futuro uruguayo. Ojalá tomen a este ser humano excepcional como punto de referencia. No solo desde el punto de vista literario. Sino como ser humano. Porque Ida Vitale, además, nos deja su divina visión de la vida. Que siempre se puede ser joven. Que siempre hay vida mientras uno viva. Que siempre se puede. Y creo que ese es su mejor legado.

De vuelta. Gracias Ida.