Pero más que nada para la piel del rostro, las más difíciles de combatir.
Por Mariela Figueredo
De pronto, casi sin quererlo, nos revisamos frente a un espejo y nos encontramos con una antiestética mancha entre el límite inferior de la nariz y el labio superior y que, mirándola con mayor detenimiento, se asemeja a un incipiente bigote. ¿Qué está pasando?
Conociéndote
Esa mancha -que indefectiblemente afecta a casi todas las mujeres en algún momento de su vida- tiene nombre propio: melasma. Se trata de una mancha color café con leche, de forma irregular y que suele aparecer en rostro –en la frente, en las mejillas o sobre el labio superior-, cuello o escote.
Las causas de su aparición están mayormente relacionadas con la exposición al sol y los cambios hormonales. Es por esta última razón que este tipo de manchas es más frecuente en mujeres embarazadas, en aquellas que toman pastillas anticonceptivas, así como durante la pubertad y la menopausia.
Se reconocen, además, otras razones más superficiales; por ejemplo, no es recomendable exponerse al sol dentro de las primeras cuatro horas posteriores a una depilación, sin la debida protección solar.
Orden y progreso
A males recurrentes, buenas noticias: estas manchas son reversibles y solucionables, ya sea mediante la utilización de cremas despigmentantes, o bien aplicando luz pulsada o láser. Eso sí: los tratamientos son largos, por lo que se requiere de tanta constancia como paciencia.
Las cremas o fluidos despigmentantes -o anti pigmento- logran erradicar más del 90% de las manchas. Lo correcto es consultar con el dermatólogo cuál es el adecuado para nuestro caso, en función del tipo de piel y las características de la mancha. Los activos despigmentantes presentes en estas cremas -como el ácido kójico, fítico y glicólico, la vitamina C y la arbutina- actúan en tres frentes: blanquean la mancha o melasma, bloquean la formación de melanina e impiden la repigmentación.
Es importante tener en cuenta que los primeros resultados son alentadores y suelen verse rápidamente en las primeras semanas, pero luego el tratamiento se estanca y es normal que la erradicación total de la mancha lleve varios meses. Por eso, a no desesperar y a no perder la paciencia: es fundamental ser constantes, aplicar las cremas meticulosamente de acuerdo a las instrucciones recibidas, y no dejar que el desgano termine prevaleciendo si no vemos avances intermedios al cabo de algún tiempo.
En gabinete
Puede darse el caso en que un tratamiento tópico resulte necesario pero no suficiente. Ante este escenario suelen recomendarse tratamientos de gabinete, que en nuestro país son principalmente dos: el láser CO2 o la luz pulsada.
El láser realiza múltiples orificios microscópicos en la piel, con el fin de crear piel nueva y estimular la formación de colágeno. Asimismo, estos micro-orificios se aprovechan para facilitar la penetración de fármacos despigmentantes; esta combinación potencia la efectividad de ambos tratamientos, aumentando las posibilidades de éxito. Pero atención: este tratamiento no puede realizarse ni en verano ni en pieles híper pigmentadas.
En cuanto a la luz pulsada, ésta adapta su intensidad al fototipo y sensibilidad del paciente; al barrer la zona permite destruir el exceso de pigmento –melanina- sin dañar la piel, de manera indolora, y sin efectos secundarios. La cantidad y duración de las sesiones depende de cada caso en particular, y sus resultados suelen ser permanentes.
Antes de realizar cualquiera de estos tratamientos, es fundamental consultar con nuestro médico y seguir sus recomendaciones, ya que las características intrínsecas del melasma van a determinar el mejor camino a seguir.
Lo que lamentablemente sí es seguro es que si no nos cuidamos y continuamos perteneciendo al grupo de mujeres con factores propensos a generar melasma, estas odiosas manchas van a volver a aparecer. Por eso, si no queremos pasar por las mismas rutinas año tras año, es fundamental no exponerse al sol en forma directa en ninguna época de año, y usar a diario cremas con un SPF mínimo de 30. Lamentable pero cierto: el sol hacen que reaparezcan. Y si aún queremos exponernos, no debemos hacerlo sin aplicar un protector total, de al menos SPF 50, en las zonas en que estas manchas suelen aparecer.