Ganador del premio del público en el JIIFF (José Ignacio International Film Festival), Horacio Reyes Páez fue invitado a exhibir su cortometraje “Dance for the Apocalypse” en el famoso Festival de Cannes junto a los más grandes cineastas del mundo.

Horacio Reyes Páez fue el director y músico del cortometraje “Danza por el Apocalipsis” que tuvo a Olivia Lasalvia como protagonista, hija de la bailarina Analía Nieto.

Por Elisa Gutierrez

Horacio Reyes Páez es director de cine, fotógrafo y músico. Empezó sus estudios cinematográficos a los 15 años en Montevideo. Luego se formó en teatro y actuación en la IAM (Instituto de Actuación de Montevideo). Más tarde, se mudó a Buenos Aires, donde cursó la carrera de dirección cinematográfica. Al recibirse, paralelamente su carrera con la guitarra clásica, lo llevó a perfeccionarse en la ciudad de Viena por invitación del maestro uruguayo Álvaro Pierri, uno de los más grandes de la historia de la guitarra clásica mundial. Desde entonces vive en Viena, y funda su propia productora audiovisual siendo el cine, la fotografía y la música sus principales actividades.

“Mi primera experiencia fuerte con el cine fue a raíz de la Universidad del Cine en Buenos Aires (FUC). En 2010 Gané el concurso curricular para filmar mi primer cortometraje en 35 milímetros. La experiencia de filmar en analógico, en medio del auge de la era digital me ayudó mucho. Hay un facilismo en el cine digital que a veces lleva a que haya menos compromiso artístico. Que la Universidad me haya dado esa oportunidad me inició como director con una formación más sólida. Todo debía ser preparado con cautela, los ensayos eran mucho más intensos para que el día de la grabación no se desperdiciara ni un solo centímetro de rollo de película. Creo que eso me marcó para todo lo que vino después. Ahora mayormente estoy filmando en digital, pero la experiencia de haber ganado ese concurso y haber podido experimentar el cine de la forma en que nació filmando con película, fue realmente un gran desafío”. 

Estás en Cannes presentando tu cortometraje “Dance for the Apocalypse”, ante lo más selecto de la industria del cine. Contanos tu experiencia y la respuesta que obtuviste. 

Sin dudas la experiencia de estar en Cannes fue impresionante. Era un sueño a cumplir, el poder ir al festival y ver otros trabajos de grandes directores, estar con ellos y compartir las salas, los estrenos, toda la energía que corre en el lugar donde se respira cine en cada rincón, fue algo inédito. Que mi corto se haya proyectado en una de estas salas fue también una experiencia única e indescriptible que aún estoy procesando. El corto se vio en el “Short Film Corner” del Festival de Cannes, donde cortos destacados de todo el mundo se proyectan. Tanto mi corto que fue galardonado con el premio del público, como otros cortos ganadores o selectos de otros festivales del planeta llegan a esta sección. Los cortos se proyectan para productores y directores y quienes toman las decisiones en la industria del cine dentro del Marché du Film de Cannes. Recibimos un feedback de estos importantes profesionales del cine, cosa que es un gran aprendizaje. El hecho de que se haya proyectado mi película en Cannes me dio la oportunidad de generar contactos de mercado y de producción. La repercusión fue muy positiva y generé visibilidad en un sector muy fuerte de la industria.

¿Dónde se se hizo el corto?

El final del corto se filmó en Punta Ballena, y todo el resto -donde transcurre la danza- se filmó en Manantiales, José Ignacio y cerca de Garzón. 

Tú y un equipo de 5 personas lograron un film poético, de alto impacto. ¿Cuáles crees que son los factores claves que te llevaron a lograr esta pieza?

Los factores claves que me llevaron a lograr esta pieza fueron las ganas de filmar a pesar de la sensación de que el mundo se venía abajo, porque la situación de pandemia era realmente terrible. La incertidumbre era mucho mayor que la actual, y el motor más grande fue que la ansiedad que generaba este momento no me iba a frenar de devolverle al momento histórico una respuesta artística. Fue una necesidad de expresar algo en un momento muy difícil, porque creo que el arte tiene el poder de sanar, de transformar, y este momento no podía dejarlo pasar sin encontrar una respuesta a través del arte con la fuerza poética y sanadora que tiene. Ese fue mi mayor impulso, utilizar lo que hago como una fuerza espiritual de transformar la vida material presente.

Es una gran oportunidad que te conozcan en la meca del cine, ¿Qué expectativas tenés al respecto?

No tengo expectativas, ya que nunca esperé que nadie me tocara la puerta para salir a filmar, siento que a las oportunidades hay que crearlas uno mismo, hay que estar en acción, y si alguien aparece para dar un mano, bienvenido sea. Siempre estoy abierto a que alguien quiera producir conmigo, pero no me quedo esperando a que eso ocurra, tengo que seguir. Haber estado en Cannes me abre un abanico de posibilidades, ya que más allá del festival físico, gracias a la evolución tecnológica del último tiempo, Cannes tiene una plataforma digital donde mi corto se encuentra disponible a los ojos del mundo entero. Oportunidades pueden surgir, como también no, lo importante es que estar acá me dio la fuerza para seguir creando oportunidades y generando mi arte.

¿Cuál es tu sueño a futuro?

Llegar a Cannes fue cumplir un sueño. En el momento en que vi mi nombre y mi foto en la acreditación del festival, realmente fue un momento que me marcó mucho personalmente. Haber caminado sobre la misma alfombra por la que pasaron los directores que más admiro como lo son Bergman o Tarkovsky fue un gran honor y un regalo gigante. 

A la vez que cumplía ese sueño, me di cuenta que estaba viviéndolos. Me siento muy feliz con mi momento actual, estoy viviendo mi sueño día a día, y a lo único que aspiro es a seguir creando y manifestando todos los proyectos que tengo en mente. Perseverar en el arte es estar cumpliendo mi sueño.

La naturaleza y la paleta neutra es un eje en tu fotografía. ¿Por qué?

Mi fotografía tiene un camino especial en mi vida a diferencia de la música y el cine, que son un trabajo más de salir a escena, de buscar recursos. La fotografía es para mí un arte íntimo que me da una enorme satisfacción. Ver que mi trabajo se haya ido publicando en lugares como Berlín, Australia, Viena, que esté circulando por el mundo, es una gran alegría. Trabajo con la naturaleza y la paleta neutra porque siento que es así como se me manifiesta a los ojos. Mi búsqueda es intentar alcanzar con el arte una dimensión espiritual, lograr que el encuentro entre el ser humano y la obra artística sea un acto de meditación más que de revelarlo todo.

¿Es tu idea quedarte en Viena?

Por ahora pienso quedarme en Viena, es una cultura distinta pero un lugar muy especial para conectarse con uno mismo. Artistas como Beethoven, Mozart, Egon Schiele, Klimt, o filósofos como Rudolf Steiner -que tanto influencia mi trabajo- vivieron en Viena. Entendí que es una ciudad que te invita a ir hacia adentro, a profundizar mucho en uno mismo, y eso es lo que han hecho estos artistas. Es una ciudad muy sutil en comparación con otras capitales de Europa, y para mi trabajo esto fue fundamental. Vivo la mayor parte del año en Viena y en ese tiempo trabajo intensamente para poder sacar lo mejor de mí.

¿Cuál es tu opinión general del cine uruguayo?

Una de las grandes obras del cine uruguayo que yo adoro, es una película que se llama “25 watts” de los directores Rebella y Stoll. Es una película que me influenció mucho, y si se pudiera hablar de un cine uruguayo que defina realmente quienes somos, la respuesta la vi en esa película. Lo lindo es que se hizo con los recursos básicos del cine, en blanco y negro, y sostiene una belleza estética, diálogos, tiempos y un ritmo magistrales. El cine uruguayo está actualmente en un auge técnico y de producción, lo cual me parece muy positivo e importante para el momento que estamos atravesando a nivel mundial. 

www.reyespaez.com

Fotos gentileza de Horacio Reyes Páez