Markle by Waight Keller & McCartney

Como había anunciado Vanity Fair, Meghan usó dos vestidos el día de su boda: uno para la ceremonia religiosa en St. Georges Chapel y otro para la fiesta. Ambos fueron creados por diseñadoras inglesas, el primero por Clare Waight Keller, la nueva cabeza creativa de Givenchy y, el segundo por Stella McCartney en crepe de seda.

La actriz de Suits y actual duquesa siguió la tradición de usar “algo prestado” el día de su boda. Su tiara de filigrana del año 1932 se la prestó personalmente la reina Isabel. La misma pertenecía a su abuela Mary de Teck ¡y no veía la luz desde el año 1953!

Los aros y el brazalete, ambos de Cartier con diamantes en oro blanco, acompañaron de forma sutil la ostentosa tiara.

¡El velo de la novia midió aproximadamente 5 metros de largo!

La pareja real escogió a la compañía Cleave & Company para crear las alianzas a partir de una pieza de “Welsh Gold” obsequiado por la misma reina. Este tipo de oro surge de forma natural en áreas distintivas de Gales y es altamente cotizado por su origen y escases.

Clave & Company también elaboró el anillo de compromiso de Meghan, hecho con tres diamantes: dos de la colección personal de Lady Di, y el principal de Botswana, uno de los países más apreciados por Harry, donde además pasó días con Meghan cuando apenas se empezaban a conocer.

El anillo en aguamarina que lució Markle con el segundo vestido era una de las piezas más icónicas de la princesa Diana.

El primer paso al altar lo dio con un par de tacos blancos en satén de seda, inspirados en unos diseñados por el mismo Hubert de Givenchy, para complementar su primer vestido elaborado por la diseñadora actual de la firma. El calzado para la fiesta fue de Aquazzura en color nude por fuera y azul por dentro para respetar la consigna de las novias.

Las flores del bouquet de Meghan fue elaborado con flores recogidas por el mismo Príncipe Harry. ¡Parece ser que l’enfant terrible de la realeza tiene su lado romántico también!

Por Camila Galfione