Carolina Raquet, de 27 años, abrió recientemente su propio café “Carabele”, en Montevideo.

Nos cuenta su trayectoria en el mundo de la cocina, junto con su experiencia formándose y trabajando en las grandes ligas de Europa. 

Apenas graduada, con su maña para la cocina y los dulces, decidió hacer cursos de cocina gluten free, en el Instituto de cocina “Crandon”. Su carrera profesional de arte culinario comienza en el Instituto de cocina “Gato Dumas”. Aunque ésta le queda aún pendiente terminar, ya que a tan sólo un año de hacerlo, surge un viaje que define el resto de su carrera. Caro empezó con la idea de irse a hacer un curso de cocina gluten free a Italia, donde aprovechó para darse una vuelta por Barcelona a visitar a su prima, la que termina convenciéndola de quedarse y analizar las oportunidades que tenía de seguir su carrera en España. Su viaje de tres meses se convirtió en casi tres años, cuando decide comenzar una especialización de pastelería en la escuela de alta cocina “Le Cordon Bleu” de Madrid. Sin darse mucha cuenta, ésta termina siendo la mejor decisión de todas.

Esta experiencia no sólo enriqueció su talento y su gusto por la profesión culinaria, sino que logra encontrarse consigo misma, fortaleciéndose como persona. Sostiene que, en España fue donde confirmó que había elegido la profesión correcta para ella. Sabía que siempre se le había dado bien, pero eso le ayudó a ganar confianza y ponerse a prueba en un país donde no conocía a nadie, y tenía que inventarse su propio camino. Así fue como conoció muchos gustos y mundos dentro de la gastronomía de los que no tenía idea, generó muy buenas conexiones y conoció gente muy talentosa en el mundo de la cocina.

 Ideal es la palabra con la que Carolina describe su experiencia. Madrid pasó a ser su casa, un lugar especial, donde pasó lo que ella nunca creyó posible: confiar en sí misma, en su camino, separarse de su hogar y su país, poder salir de su zona de confort, para lograr despertar emociones e intrigas sobre el mundo de la gastronomía.

Al terminar el curso, Le Cordon Bleu ofrecía a sus alumnos pasantías de tres meses en los mejores restaurantes de España. Gracias a ello, tuvo su primera oportunidad de trabajo en el Hotel Arts, un hotel en Barcelona de 5 estrellas muy reconocido, donde trabajó con un chef y pastelero francés. Culminada esta primera experiencia, pasó a trabajar en un restaurant llamado Carpe Diem, donde empezó como ayudante de cuarto frío y postres, pero terminó como encargada del sector. Allí aprendió a ser dinámica y eficaz.

Continuando el recorrido, su siguiente trabajo es en un restaurante que contaba ni más ni menos que con una estrella Michelin, llamado La barra de Carles Abellán, donde estuvo en pastelería, fortaleciendo su técnica, profesionalismo y más que nada prolijidad. Finalmente, fue pastelera y jefa de pastelería en “Bistró Levante”, pero al poco tiempo surgió la pandemia. Así fue como se complicó la estadía en Barcelona, y emprendió rumbo de vuelta a su casa en Uruguay.

Carolina destaca absolutamente todo de la gastronomía española, “es todo lo que está bien”. De las tantas cosas que aprendió, una fue que los españoles sin importar cuán mal estén económicamente, nada los frena de salir a comer afuera. Son amantes del ocio, del disfrute. Dentro de la gastronomía, cuenta que los españoles tienen un genial talento para fusionar y mezclar gustos impresionantes, siempre pudiendo sorprender con un nuevo plato, gracias a su creatividad y buen paladar. Fue en Barcelona y en San Sebastián donde afirma haber probado los mejores platos.

Al regresar a Uruguay tuvo la idea de abrir su propio café: “Carabele”. “Como todo emprendimiento fue un proceso difícil con obstáculos, pero gracias al equipo y al trabajo que hicimos en conjunto con Leonardo Alonso, Bernardo Vivo y Alexander Griffiths pudimos sacar el proyecto adelante”. Hoy está ubicado en Montevideo, en corazón de Carrasco.

Se topó con las dificultades de pasar de ser empleado a emprendedor. Poco a poco adquirió los conocimientos necesarios sobre la marcha, más que nada a la hora de montar el lugar, encontrar el local, conseguir permisos, buena maquinaria de trabajo, y con todo eso y más, el costo alto que conlleva. Tenía que mantenerse muy atenta en cada detalle, donde algunos no tenían nada que ver con la cocina y se alejaba de su principal fuerte. Tenía muy bien pensado como quería que fuera el lugar; relajado, espontáneo y sin menús fijos, a pesar de que intenta mantener una línea de producción, le gusta que todo sea lo más fresco posible y jugar con lo que tiene. Su propuesta es que mientras más simple mejor, que lo importante es hacer las cosas ricas y con amor.

Como celíaca y vegetariana, Carolina cree que es importante tener opciones y variedades para todo el mundo, por lo tanto, en Carabele hay tanto platos gluten free, veganos y vegetarianos como no. La idea es atender a todo el público teniendo en cuenta el gran abanico de variedades que hay hoy en la dieta de cada uno. Si bien es difícil y lleva mucho trabajo, siempre hay al menos un plato para cada tipo de dieta, como también eventualmente sumar recetas “Keto”, ya que cada día hay más personas que siguen el régimen.

¡Te invitamos a darte una vuelta por Carabele y degustar algunas de sus exquisiteses!

CARABELE, Cocina & Almacén

@carabele_ 

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