La clásica camisa blanca nos hizo creer que el blanco es un color para todas. Sin embargo, no es así. Este es un color que favorece únicamente a pocas afortunadas. Al resto, nos acentúa las ojeras, choca con nuestro rostro y no nos beneficia en lo más mínimo. Por eso, en esta nota les contaremos cinco maneras de llevar este color que tanto nos fascina
1 – No usar blanco. Se lo que piensan… ¡que mala solución! Pero viene por este lado… Hay colores muy próximos al blanco que, por más que parezcan, no lo son. Un Off White, un marfil o cualquier blanco que tenga un leve tinte de otro color puede favorecernos más que un blanco puro. Es cuestión de probar y ver qué tonos le dan mayor brillo a nuestro rostro.
2 – Amalgamar con accesorios. Es inevitable tener una prenda blanca en nuestro ropero. ¡Y no está mal! La clave es saber llevarlo. Cuando lucimos accesorios cerca del rostro en los tonos que nos benefician, el problema se soluciona. Debemos aprovechar los pañuelos en el cuello, los collares, las caravanas o las vinchas para suavizar el efecto del blanco sobre el rostro.
3 – Saber qué metal es el nuestro. Hay mujeres que son del plateado, otras 100% del dorado y a pocas afortunadas, ambos les quedan bien. Si bien un estudio de colorimetría es lo que aconsejamos para todas, a veces simplemente probándonos los metales cerca del rostro y observándonos con objetividad, podemos definir cuál nos queda mejor. Si con una t-shirt blanca nos ponemos caravanas pequeñas o un colgante con nuestro metal, el efecto del blanco se verá disminuido.
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4 – El maquillaje es clave, sobre todo, cuando sabemos cuál nos queda mejor. Este es otro gran aliado a la hora de usar una camisa blanca. Un tip: Las bases y los polvos no deben variar demasiado del color natural de nuestra piel.
5 – Si estás bronceada ¡mejor! Si estamos blancas, este tono nos empalidece aún más. Por eso, este color es tan típico del verano. Es la estación en la que mejor nos queda a la mayoría si tomamos un poquito de sol.
Por Camila Galfione
