Las cejas también definen nuestra cara nuestra expresión.

Por Mariella Figueredo

Las cejas son las eternas relegadas de la estética: siendo uno de los rasgos más importantes y definitorios de nuestra cara –y de nuestra expresión-, se le presta poco -o nada- de atención. 

¿Cómo empezar a cambiar esto? Todo parece reducirse al método depilación que elijamos: es la clave para controlarlas a piacere y mantenerlas prolijas. Las opciones son viejas conocidas de todas nosotras: por un lado, la tradicional cera, por el otro, la nunca bien ponderada pinza.

Pero, ¿cuál elegir? Ello dependerá, en buena medida, del tipo de piel y del vello de cada una. Si queremos minimizar riesgos, lo recomendable sería combinar ambos métodos, y apelar a uno y otro de acuerdo al momento; pero como esto no siempre es posible y muchas veces nos vemos enfrentadas al dilema cera vs. pinza, es importante conocer aquellas variables a las que debemos prestar atención a la hora de elegir, y así lograr los mejores resultados en el largo plazo.

Si tienen vellos que tienden a ser gruesos y a crecer rápidamente, lo recomendable es depilarse con cera: no solamente hará que el vello se afine y se suavice, sino que retardará su crecimiento. ¿Las malas noticias? Este procedimiento casi siempre termina irritándonos la piel (aunque es una molestia pasajera), y tiene cierto margen de error, en el sentido que al momento de retirarla puede llevarse algún vello extra que no teníamos intenciones de eliminar inicialmente. Nada grave.

Por el contrario, si no quieren gastar mucho y buscan minimizar errores, la pinza de cejas es la solución. Este método gratuito y siempre disponible permite un mayor control de la depilación en todo momento, siempre que aprendamos a controlarnos y a resistir la tentación de sacarnos “pelitos” todo el tiempo: no solo se nos puede llegar a ir la mano, sino que la zona se resentirá.

Los errores más comunes de la depilación de cejas

  • Sacar de más: un espacio grande entre una y otra ceja hace que la nariz parezca más grande -efecto que, salvo en algún caso en concreto, es indeseable-. ¿Un consejo? Hagan coincidir el extremo interno de la ceja con el caballete de la nariz: eso les dará una forma armónica y elegante. Y no se excedan con los extremos: lo ideal es que el final de la ceja coincida con el final de la nariz, para mantener las proporciones. Pueden usar un lápiz haciendo una línea diagonal para ayudarse.
  • Hacer un arco muy pronunciado: esto las dejará con una expresión de eterna sorpresa. Horrible. ¿La solución? Busquen el arco natural, descubriendo el punto más alto de sus cejas; luego depilen algunos pelitos abajo para pronunciarlo un poco, ¡y listo!
  • Usar una pinza vieja: si se les escapan los pelitos o no logran juntar las puntas de la pinza, es hora de invertir en una nueva. Y cuando la tengan, aprovechen para cuidarla, manteniéndola separada del resto de vuestros petates y limpiándola con alcohol luego de cada uso.
  • Abusar: no es necesario depilarse a diario ni con una intensidad tal que termine por dejarnos apenas un esbozo de ceja. Que quede claro: las cejas sobre-depiladas generan rasgos fríos y poco naturales. Además, hoy están totalmente demodé. ¡Larga vida a las cejas más pobladas!
  • Descuidar la parte superior: olvidar depilarse la parte de arriba puede dar la sensación de cejas desprolijas y descuidadas, mucho más que si el descuido fuera en la parte baja del arco. Así que ya saben: ¡prohibido distraernos!
  • Utilizar mucho lápiz para rellenar: en ciertas ocasiones, utilizar un poco de maquillaje para rellenar espacios sin pelos puede ser recomendable. Pero lo más natural es aplicar sombra con un pincel y no un lápiz delineador.
  • Teñirlas mucho más claras que el cabello: las cejas deben ser del color de nuestro pelo, admitiéndose, en algunos casos excepcionales, uno o dos tonos más claro. De lo contrario, todo el resto se verá antinatural, y hará un rostro frío y duro.

DIY: un error común es nunca haber asistido a un profesional para que nos ayude a encontrar la forma ideal de nuestras cejas, para que resalten –y favorezcan- nuestros rasgos. Obvio: lo razonable es que seamos nosotras mismas quienes nos mantengamos las cejas, pero no está nada mal entregarse a las manos de un profesional una o dos veces al año.