¿Estamos frente a un nuevo consumidor?

Desde hace años, el hombre uruguayo está transmitiendo señales de un cambio: cada vez más interesado en su estética personal, cada vez más atento a la identidad y a lo visual. Sin embargo, todo este potencial todavía no se expresa en una demanda contundente.

¿Qué está pasando? Pensemos en términos de tendencias.

Por un lado, tenemos el tema generacional. Las nuevas generaciones se han insertado desde niños en el mundo del cuidado del cabello, la moda y el gimnasio, con total naturalidad y sintiéndose muy cómodos en esa actitud: ­ ellos lideran el “nuevo consumidor” en moda. No son los únicos, pero son los que lo viven de una forma más natural y espontánea.

Por otro lado, los códigos de vestimenta están cambiando. Cada vez son menos las ocasiones que requieren vestimenta formal; el sport casual gana terreno incluso en el mundo del trabajo. Aquí es donde se va desarrollando una oferta creciente, pero en muchos casos todavía con un perfil conservador y algo tradicional: las marcas están atentas a ese “nuevo uruguayo”, pero mientras el público se muestra aún vacilante y ambiguo, se hace difícil encontrar esta conexión y plasmarla en los números que requieren las empresas.

Campaña Benson & Thomas

Mientras tanto ¿dónde se ubica la gran expansión de la demanda? Hoy los estudios la ubican en el mundo de la ropa deportiva. A nivel de las marcas deportivas el hombre encuentra un ambiente en el que se siente cómodo, explora nuevos colores, se conecta con textiles diferentes, prueba un modelaje más audaz. La propia amplitud del espacio en las tiendas deportivas contribuye a ese recorrido cómodo y tranquilo que requiere el público masculino. Y esta indumentaria atrae tanto a quienes practican deportes como a quienes añoran practicarlo, y también a aquellos que se sienten atraídos por la comodidad y el look descontracturado que proporcionan.

Por otro lado, los estudios muestran que el hombre se diferencia de la mujer en la forma de comprar: mientras la mujer suele recorrer múltiples lugares y tal vez se abre a oportunidades dispersas, el hombre en promedio es más enfocado: sale con una determinada idea y la busca. Y es más proclive a completar la idea central con otras prendas, ubicando más de una compra en un solo acto. Esta modalidad (que, por supuesto no es general ni exclusiva, pero está muy extendida) favorece a los locales grandes, que permiten un recorrido, que ofrecen varias opciones y permiten construir un outfit, lugares en los que el hombre puede “resolver” una serie de necesidades.

La próxima etapa implica, sin duda, una expansión del diseño en el mundo de la vestimenta un poco más formal; la paleta tradicional de colores va a dar lugar a una gama más amplia, y los cortes también van a incorporar novedades. El punto clave es ubicar estas prendas nuevas (algo desafiantes todavía) en espacios de recorrido amplio, de combinaciones sugeridas, de ayuda para que se transformen en un conjunto. Todo un aprendizaje, que tiene un público potencial receptivo y dispuesto a integrarse.